Testimonio: Mis padres y la muerte

FE-EN-JESUS
“Amarás por sobre todo en este Mundo, antes que cualquier otra Cosa del Mundo, a tus hijos e hijas; A tus padres:
honrándolos y protegiéndolos en la vejez”.
Mandamiento 4, 1-2 La Ley de JesúsCristo
“Más, amarás y harás oración por quienes te denigran y atacan, por aquellos que no te aman y quienes se han enconado en tu contra. Perdonarás y Orarás: y así estarás amando a tus enemigos.”
Mandamiento 4, 6 La Ley de JesúsCristo.

 

Mis padres y la muerte

Nací a este camino de Dios cuando mi padre carnal entraba en la muerte. Fue un gran alivio para mí comprender lo que esto representaba. Estando aún remecida por la claridad que recibí al llegar a esta siembra: Que desde Cristo la muerte es un paso y se sigue vivo en otra instancia espiritual, con otro cuerpo, bajo gobierno de Cristo y en plena conciencia de lo que somos y de lo que hicimos en la carne y la materia.

Desde Cristo la Resurrección es Ley de Vida. También entendí que Cristo es Dios desde siempre y que siendo Dios encarnó en Jesús para hacerse Hombre y en esa condición mortal asumió sobre sí el peso del pecado de la humanidad. Que Cristo enfrentó en la muerte al dueño de este mundo, el demonio, y le arrebató para siempre las llaves que conducían a la muerte. Que Cristo es el único Dios Salvador que existe, no hay otro. Y que su victoria es la herencia dejada a todo hombre, sin importar condición. Que todos estos hechos transformadores habían sido entregados por Gracia, por Amor de Dios sin que el hombre lo mereciera.

Con este cúmulo de revelaciones que se convirtieron en certezas, pude aclarar algo fundamental que siempre había sido motivo de inquietud, temor e inseguridad. Y obtuve respuestas a la pregunta ¿Qué es la muerte?

La nueva vida espiritual me dio las herramientas para aceptar y comprender la muerte como lo que es: el fruto de lo que sembramos en la vida que Cristo nos entrega como prueba.

Sentí compasión por mi padre que había partido de este mundo sin perdonar, sin arrepentirse y desconociendo lo que ahora yo sabía. Comencé a orar por él con mucha insistencia sabiendo que él seguía vivo, soñaba con él. Al iniciarse estos sueños, lo veía y lo sentía pidiendo ser sacado del lugar donde se encontraba. Luego lo veía en otro lugar, pero era rechazado por el entorno, su propia familia; después lo veía cojeando y andaba con muletas se veía saludable. Yo seguía orando y esperando que él reconociera al Dios y Juez de toda vida, JesúsCristo. Finalmente ya no en sueños, sino que en vivencia espiritual, él entró en mi casa, no me habló, sólo me sonrío con dulzura, con una mirada de paz increíble. Yo lo reconocí, aunque su apariencia actual nunca la había visto antes, no regresó más y pude constatar que la oración y la Fe pudieron rescatarlo del lugar que merecía de acuerdo a su siembra, que hubo lucha y que al tomar conciencia se fue distanciando de quienes pertenecían al mismo tipo de espíritu y por eso yo veía que su familia lo rechazaba.

Esta experiencia espiritual me hizo constatar que la muerte no es lo que mayoría de gente piensa: un término, un final, descanso, o la paz por fin anhelada, sino continuidad de vida. Esa vida distinta pero real, fuera del cuerpo objetiva existe, aunque muchos no lo sepan o no lo crean. Ese lugar donde estaba se llama, según la Ley de Jesucristo, Gloria Telestial; lugar donde se toma conciencia, donde se tiene la oportunidad de arrepentirse, de pedir perdón y purificarse y seguir evolucionando espiritualmente.

Actualmente vivo con mi madre que ya cumplió 90 Años. Ella tiene pérdida de memoria, Alzheimer. Esta experiencia me ha enseñado mucho, me he preguntado qué propósito tiene Dios, para dejarla por tanto tiempo a mi lado, qué debo entender de esto. Espiritualmente qué me quiere enseñar, qué debo aferrar y cómo conducirme sabiamente para enfrentar esta prueba de vida.

He descubierto, como muchos de mis hermanos espirituales, a sacar ventajas de los remecimientos. Esto quiere decir, que esta experiencia la he tomado como una oportunidad, un desafío, un aprendizaje. Entiendo que Cristo me ha querido demostrar a través de mi madre, que la debilidad de Alma, suele cobrar su precio. Hay faltas leves y dolores leves y hay faltas graves y dolores intensos y que a mayor debilidad, mayor es el dolor sufrido. Pues bien, ella ha pagado un enorme precio, por faltas no tan profundas. Por tal motivo sigue viviendo la cárcel que la encierra en su propio mundo de martirio.

Como Sacerdote de Cristo mi deber entonces ha sido y es, superar todo lo que ella no pudo por debilidad, por desconocimiento de su espíritu. Ella me ha enseñado el autodominio, cultivar la quietud, a tener paciencia a no actuar de acuerdo a la necesidad, al deseo y/o carencia. Ella me ha enseñado a renunciar a lo temporal a perseverar en la búsqueda de la visión espiritual de las relaciones. Ella me enseñado a aceptar la voluntad de Dios y a no claudicar de los principios que sustentan mi Fe.

Mi madre todos los días me dice sin palabras, no cedas ante la tentación, no aceptes nunca roles que me rebajan como ser espiritual. Me enseñado que los errores y debilidades tienen pésimas consecuencias en los que amamos y son nuestros hijos y son nuestra responsabilidad no humana, no de valor moral, sino espiritual. Me ha enseñado a tener presente que por el deseo y por aquello con lo cual nos obsesionamos se obtiene humillación y degradación. Todo esto me ha permitido ubicarme dentro del rol que Dios quiere y tener paz.

En mí ella ha vencido y he tomado conciencia de mis propios errores que he podido enmendar dando luchas. Estoy segura que se verá recompensada por Cristo, no en este mundo, sino en la vida celestial.

Patricia Basso, Sacerdote Presbítero

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