La Sabiduría no tiene nación.

Dos temas surgen en torno a un instrumento de la Madre Sabiduría: el I Ching.

Uno ya es algo rutinario en nuestro andar de Consagrados: la pregunta constante sobre la relación entre un libro chino antiguo con la religión cristiana. Y responderemos sin mucha teoría. La Sabiduría  es aquella verdad y realidad que solamente el Espíritu de Dios nos puede revelar. No se trata del conocimiento ni del saber, sino de un modo de conocer y saber Espiritual que coloca al Hombre ante una visión macro y universal de la realidad, y no solamente de la realidad temporal. Ahora bien, los instrumentos, métodos, claves, llaves y secretos los entrega Dios por Fe, por Entrega y por Decisión del Superior, de acuerdo a cánones espirituales que solamente Él posee. No es el Hombre quién ‘toma para sí’ algo de Dios, sino que es Dios quién lo revela para SUS planes. Dios no tiene tiempos que lo sujeten, ni nación que lo obligue, ni cultura que prefiera. Mal podemos medir los humanos desde nuestra pequeñez temporal lo de Dios en su atemporalidad e inconmensurabilidad.  Y solamente los demonios podrían juzgar o intentar juzgar a Dios y sus modos.

Todo el complejo sistema que sostiene al método de Sabiduría incluido en aquello que hoy conocemos como el libro I Ching fue plenamente revelado a Fu shi al menos cinco mil años antes de Cristo. La elaboración más detallada fue obra del rey Uenn (wuo-wan) alrededor del 1100 antes de Cristo. El libro hoy conocido fue traducido del original por el misionero adventista alemán Richard Wilhem, en 1921, basándose en la recopilación de 1250 de la era actual. Hablamos de síntesis, no de todo el conjunto de leyes y fórmulas que sustentan lo conocido, sino de compendio, y es lo que hoy se puede adquirir como I Ching. Sin embargo, todo sistema divino posee Espíritu. Sin el Espíritu de la Revelación Original la forma y el sistema queda trunco, vacío. Y sobre el conocimiento de las formas aparentes se ha especulado y concluido en muchas maneras.

Lo que fue revelado por Dios al Hombre, no al pueblo chino, no al hombre carnal, sino al Hombre cuán Humanidad, no está restringido por su matriz cultural  o sus orígenes de tiempo, y debe ser Dios mismo quién autentifique un modo, sistema o método, y eso incluye el Sello del Espíritu que realmente abre los umbrales del Oráculo del Señor.  No es labor ni autoridad de otros hombres, o de las iglesias, decretar aquello que es verdad o falsedad de Dios: la modesta labor de una sana religión e institución es conducir a los Hombres hacia el Encuentro con Dios para Conocer Su Voluntad y poner por Obra dicho designio.

El Espíritu de Sabiduría que originalmente descendió con las claves y formas de lo que comúnmente se conoce como el I Ching, se halla firme bajo la Potestad de la Madre Sabiduría: el Magisterio del Espíritu Santo. Porque no hay poder ni saber santo real que provenga de otra fuente, sino del Magisterio del Espíritu Santo.

El Oráculo de Sabiduría que aplicamos los Consagrados, cuya base e inicio ha sido el libro conocido bajo el nombre de I Ching, nos ha sido revelado y sellado bajo las claves de las Ordenanzas Sacerdotales, y esto ha sucedido por Voluntad y Manifestación del Espíritu Santo. Si eso tiene o no concordancia con la concepción religiosa del cristianismo cultural y mundano…no lo sabemos, y en verdad no nos ocupa. Lo cierto es que el Cristo Vivo también, no únicamente, nos conduce por este medio, pero esencialmente por el Espíritu de Sabiduría que vive en este instrumento de Dios.

El segundo tema que se nos ha colocado es la certeza o verdad sobre algunas aseveraciones que han salido publicada en cuanto, supuestamente,  el I Ching habría anunciado el fin del mundo para el 2012. Esto se basa en un conjunto especulativo de un ciudadano suizo, muerto en el año dos mil, que habría extraído de las matemáticas del I Ching una red calendárica cuyo cálculo coincidiría con el sistema maya, y también daría como resultado el fin del mundo para el año 2012.

Para quienes saben indagar con el I Ching: pregunten a éste sobre aquello que se dice que es ‘palabra del mismo oráculo’. Y para quienes no tienen esta posibilidad estamos en grado de responder, con autoridad, que tanto esta especulación matemática como otras no son más que eso: agiotaje y abuso sin Espíritu de Sabiduría.

Bajo los Sellos del sacerdocio que poseemos hemos recibido respuestas precisas de este Oráculo, y de otros, que nos conducen a certezas: el cambio que CULMINA el 21 de Diciembre del año 2012 y el tiempo de transición que allí se inicia, por 64 años, nos colocan, como humanidad, ante el período de mayores Saltos Cuánticos, desde Lo Cósmico, y de profunda Conciencia, y desde lo humano. Esto tendrá como efecto visible, palpable y concreto una serie de eventos consecuenciales en los cuatro factores en movimiento: el espiritual, el cósmico, el natural (naturaleza) y el humano (Hombre). Según el Oráculo al centro estará la cuestión del Poder: la manifestación del Poder de Dios y su Orden en lucha de contrario con la agudización de la manifestación de Poder de Las Tinieblas y su principado; la lucha por el Poder entre los Hombres que conllevará a la agudización de la confrontación, colocando el asunto de La Paz en el centro del sitio mundial; el cambio de correlación en el Orden Cósmico que establecerá un nuevo Orden  tanto en el campo planetario, como de los Campos de energía y dimensiones; traslación y mutación de los centros de Poder que ejercen su Orden en las energías de la naturaleza, provocando una revolución en la forma de vida de este planeta. Esto está en proceso desde 1984, según La Sabiduría, y el ciclo completo se abrió en 1914. Aquello que culmina el 21 de Diciembre del 2012, sin embargo, está relacionado con los últimos seis mil años: de ahí entonces lo vital de este período.

Tratándose de Cambio, Mutación y Saltos…no del fin del mundo, no de muerte definitiva… asistiremos, de algún modo, al ‘fin de un mundo conocido’ o al ‘fin de la idea y concepción del mundo que creíamos conocer’. La clave para insertarse en este Salto Cuántico inevitable se halla en Lo Espiritual, en la Relación íntima, real y sin restricciones con el Dios Vivo. Es decir: hacer y ser parte del Cambio PERTENECIENDO a un Orden Divino, Espiritual, que nos compromete y nos prepara para cada salto y cambio. Y no hablamos de iglesias o religión. Estamos tratando un asunto de Pertenencia real, viva, disciplinada, comprometida en la Conciencia… no para entrar en litigios por el Poder en este Mundo, o ganar gloria vana entre los Hombres… en relación con un Cristo Vivo y un Reino Actuante.

Ante esto, nos parece desgastante e inconducente toda diatriba sobre ‘autenticidad’ o ‘verdad religiosa’ de un libro o de una doctrina. Antes de ‘estudiar’ y ‘poseer conocimiento’ el Hombre humilde debe adquirir la Relación Personal con el Dios Conductor, debe adquirir el Poder del Discernimiento Espiritual para recibir la Verdad de parte de la Madre Sabiduría del Espíritu Santo, y debe colocarse ante sí la meta de llegar al Padre para conocer Esa Voluntad y poner por Obra aquel designio. Hacer según la propia voluntad y desde la propia galería exigir cabezas y alzar o bajar el pulgar para dirimir asuntos espirituales que son de Dios… es actitud de ‘pequeños dioses’, es decir: demonios… Y bien sabemos que el Hombre puede ser Sabio y Santo, o malvado, arrogante y diabólico… o nada, y estar en medio del páramo cuan oveja en espera del pastor humano, o de ser pastoreado por sus propios deseos y quimeras.

¿De qué parte está Ud.?

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