Opinión: La muerte pena…

Reproducimos esta reflexión de nuestro director, Ricardo Andreé, publicada en su Blog personal: www.soyandariego.wordpress.com y cuyo contenido suscribimos en esencia.

En algunos parlamentarios y candidatos a la reelección para el parlamento en Chile pena un fantasma inquisidor, un residuo psíquico del tirano interior, un resquicio legal en la punta de un fusil, una horca o una inyección letal: pena en sus recónditos anhelos la figura pesada y engañosa de la muerte como punición a otros… que matan y castigan.

La pena de muerte es un lastre demoniaco que las sociedades culturalmente atrasadas insisten en sostener o reponer. Pero cuando una ‘idea’ como la restauración del extremo escarmiento – supuestamente- es puesta sobre el debate en un país como efecto de un hecho específico, atroz por cierto, pero nunca único, pero sí morbosamente explotado por los medios de una prensa  que en este país es amarillenta, propensa a la parafernalia y banal hasta la saciedad, la cuestión se torna patética, indigna… un reto a la inteligencia.

La pequeña niña de los cerros de Valparaíso fue secuestrada, violentada y asesinada por un vecino joven,  desviado y obviamente enfermo. No es primera vez. Seguirá sucediendo. Pero ahora la prensa especula y hace un festín de este trágico evento: entonces de lo más hondo del alma oscura de una postulante al parlamento, y otros en la misma carrera por un cómodo sillón, exhala la furia de justicia que clama por el patíbulo y la política del talión.

De verdad, observando el comportamiento de los políticos, en general, y de la clase chilena, en particular, no pocos nunca logramos entender la mentalidad con la cual actúa, desde una burbuja que es enajenadora y por mucho una patria aparte, que los induce a creer que la gente es zonza, hirsuta de mente, distraída o definitivamente estúpida. Se aprueba – por ejemplo-  una ley sobre aborto terapéutico que en pasado fue rechazado, y ahora, ante la sensibilidad de los votos y la reelección, contó con los sufragios de cristianos declarados que antes, cuando no apremiaba la fecha fatal de las urnas, habían sido estrictos defensores de lo contrario.

 La Pena de Muerte fue abolida bajo el gobierno del presidente Ricardo Lagos, de acuerdo a protocolos internacionales que Chile había adscrito, y nadie dijo nada en contra, pues era deber de Estado, no sólo de gobierno, poner fin a un modo arcaico absolutamente rechazado por la jurisprudencia en el mundo moderno.

Subir a un carro mediático, que dura tanto como la borrachera de una noche, imbuido de verborrea justiciera con el fin de atraer votos en medio de una campaña parlamentaria, es, por decir lo menos, de muy bajo nivel, y actuar, precisamente, con la mentalidad de que la gente es manipulable, adaptable y desechable. Visto los hechos: ¿quién nos asegura que aquellos que hoy han desenvainado la espada para cortar cabezas mañana no escondan la mano y voten en contra de la misma propuesta que hoy vociferan? Nada es seguro en política, no hay político que no mienta…solo que en política a la mentira se le llama… ‘conveniencia’.

RESPONSABILIDAD y COHERENCIA, esos valores son aquellos que exigimos, y la gente debe demandar de sus representantes políticos, a cualquier nivel. Discutamos de la ‘Pena de Muerte’, de Aborto, y de todo aspecto que suele ser sensible, delicado y que conlleva polémica y agita ideas. Pero no podemos permitir que desde la tarima de un cargo público se zarandeen temas vitales en un modo tan ligero y pueril. Menos debemos aceptar, como personas inteligentes, que se nos impongan grandes cuestiones de orden moral, institucional o determinantes en nuestra jurisprudencia y derechos de un modo oportunista, populista e irresponsable. Menos podemos, no debemos, pasar por alto la falacia que significa un día votar en contra de una ley de Aborto y por cuestiones electoreras, luego, votar a favor. Eso debe ser castigado en las urnas, pues es el modo democrático y limpio de responder a la incoherencia y carencia de responsabilidad política de quienes ostentan cargos parlamentarios.

Así como en lo del Aborto debemos mirar antes al análisis global de la situación de la Educación Sexual, la prevención, el catastro social de la realidad de la familia -que no existe- la ayuda del Estado a las jóvenes embarazadas, el sistema de penas en caso de acoso, violaciones y mal trato a niños y mujeres (hoy laxo, poco claro, inaplicable en mucho, inexistente en la realidad) y otros aspectos que desarrollamos en un artículo sobre el ‘aborto terapéutico’ que expusimos meses atrás y que ahora re-proponemos en este número de nuestra Revista…así también, para entrar en un desarrollo serio, RESPONSABLE, sobre la reposición de la Pena de Muerte, es menester compenetrarse antes en las Causas,  y la red de justicia y prevención que trabaja en dichas Causas.

Un ejemplo pondremos para entrar levemente en esta arista: el sistema de Justicia no ha tenido una actitud rápida, eficiente, tajante y de gran exposición mediática en el caso del asalto de un mini-market y golpiza en el exclusivo lugar vacacional de La Parva, en donde hay involucrados hijos de personeros potentados, ricos e influyente. Si el acto matón lo hubiesen protagonizado una poblada de gente humilde ¿alguien dudaría que ya estarían ante el tribunal con su correspondiente impacto mediático? ¿Cuánta gente que delinque y posee medios y riquezas se encuentra en la cárcel? Solamente hacemos una cuenta de la realidad. ¿Únicamente los pobres delinquen? Pues bien, la cruda realidad nos obliga a realizar un serio, profundo y verosímil estudio sobre lo social, y en particular la situación vívida de la población que se mueve bajo condiciones de pobreza que estadísticamente no son calificados como pobres, y que por ser de verdad pobres son víctimas de la dependencia laboral que brinda el narco tráfico, las pandillas, el mercado negro, la piratería, el comercio ilegal o irregular. Se debe ‘sincerizar’ el método estadístico, pues hoy no es pobre un trabajador que gana 160 mil pesos o tiene un subsidio habitacional, o puede endeudarse para comprar un refrigerador, y el gobierno actual ha acentuado en forma extrema el asistencialismo, eso que en Europa se hizo luego de la segunda guerra y comprobó ser inútil, mentiroso y dañino. Pero aquello que no se toma en consideración: la ‘sub-cultura del delinquir’ y la ‘sub-cultura de sacar provecho’… se hallan muy arraigada en amplias franjas de la sociedad chilena, en todo extracto social, incluyendo las grandes empresas que cobran de más y sacan a cada chileno el peso brujo que les hace ricos.

Existe lo social, existe lo cultural, existe lo educacional… y existe Lo Penal. Un sistema penal arcaico, sin criterios de reforma y rectificación humana, hacinado, mal concebido, inútil -como lo era el sistema de resguardo infantil, que el gobierno cierra ahora por un escándalo de un niño delincuente, y no lo hizo hace años cuando sus trabajadores presentaban planes y denuncias por decenas… seguimos con la política de reacción mediática. Sin colocar sobre la mesa del debate cada punto, desde la génesis social, pasando por la estructura cultural que en este país definitivamente no se ha entendido y nunca se ha enfrentado en su real profundidad (basta constatar la inutilidad de un Ministerio de Cultura que gasta millones y en nada aporta… porque para ser un centro operativo de arte… no se requiere un Ministerio); discutiendo sobre la concepción y práctica clasista en la aplicación de la Justicia, enjuiciando el sistema Penal que no responde al objetivo moderno de un sistema como éste; a la acción social del Estado mirante a la igualdad de oportunidad; haciendo un diagnóstico serio, profesional, sobre los peligros reales que enfrentan nuestros niños en el contexto familiar, poblacional, y social, pues nadie escucha a quienes están en contacto con la realidad cotidiana: profesores, asistentes sociales, médicos, etc. y no hay una política seria de recopilación de datos que luego pase por manos expertas que elaboren catastros de la realidad.  Vemos que el gobierno ha ordenado un trabajo de encuesta para analizar el comportamiento del voto de los chilenos… y no constatamos el mismo interés en cuestiones de verdad vitales para nuestra sociedad.

Hablemos de Pena de Muerte, pero  debemos aceptar que sí de esto vamos a debatir… algo no anda bien entre nosotros. Y si es urgente hacerlo: hagámoslo con seriedad, con datos, con profundidad, con sentido de cambios y sin defensas corporativas, con sinceridad y hondo sentido democrático, sin aprovechamiento político… y fuera de tiempos electorales.

Por nuestra parte, como Consagrados en Cristo, somos personas convencidas de la inutilidad de una penalidad como esta, y no corresponde a una persona de Fe en el Cristo Vivo agitar, apoyar o promover la muerte sobre la aberración: sino la Vida más justa y la prevención en la Causa para evitar el mal, y ante el mal consumado: un sistema realmente eficaz que de verdad castigue al trasgresor, y sepa salvar y restaurar al equívoco que puede sanar y reinsertarse. Pero sin que la sociedad tenga un cambio de mentalidad, incluso la reinserción es imposible. Hay aspectos que son de Estado, otros que son de toda la sociedad, y mucho que son de cada persona. Y en el terreno de la persona es que debemos iniciar toda siembra: pero para sembrar bien en la persona debemos comenzar por asumir a la gente cuan Personas. Eso cuesta mucho que los políticos lo entiendan. La sub-cultura del becerro que obedece y es influenciable, y el pastor que define la vida y pensamiento de su rebaño, no es solamente una mala cultura religiosa en la práctica de las iglesias, sino que es un modo de acción política que viene de muy lejos, y que en países como el nuestro ha echado raíz profunda, y ha cultivado no pocos adoradores y secuaces.

El camino demagogo es fácil, pero inservible y dañino; la senda del Cambio requiere verdad, valentía, ofrenda, sacrificio, renuncia  y transformaciones… y eso engrandece a una sociedad.

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