Jesús, el hombre. Cristo: Dios hecho Carne: ¿es lo mismo Jesús, el hombre y su sacrificio de muerte, y el Cristo y su Victoria sobre la muerte?

Jesús, el hombre. Cristo, Dios hecho Carne

Hay una línea sustancial y definitoria que divide la Fe en JesúsCristo,  y sus efectos: ¿Cristo Dios, o Jesús el hombre? Leemos en el texto ‘el hombre más grande de todos los tiempos’, de la iglesia ‘Testigos de Jehová’, una serie de afirmaciones similares a otras creencias evangélicas y bíblicas: que Jesús fue el hombre más importante de la historia humana porque fue enviado por Dios (Jehová) para lavar a los Hombres de los pecados. Se asegura que él mismo ‘nunca’ habría afirmado su calidad de Dios. Al ojo del creyente podría no distinguirse una contradicción entre el concepto humano e histórico de Jesús, y la aceptación espiritual sobre la divinidad de Cristo en Jesús. Sin embargo sí hace toda la diferencia.

Aclaremos un primer punto de quiebre: la apostasía es aquel ideario doctrinario que afirma la santidad de Jesús para negar la divinidad del Cristo en Jesús. En términos escatológicos se entiende el Anti-Cristo como la religión o culto que eleva a Cristo para negarlo, tergiversarlo, vaciarlo de su contenido, y luego en su nombre hacer, y provocar hacer,  justo lo contrario a la enseñanza espiritual de Cristo en Jesús.  No puede haber ‘dos cristos’: o es Cristo el Dios encarnado, y la encarnación del Reino de Dios, o es Jesús el hombre más grande de la historia…pero hombre al fin.

¿Cómo se dirimen asuntos que son del Espíritu y corresponden al plano divino, celestial? ¿Por teología, por exegesis, por trinchera doctrinaria, por conveniencia intelectual, por encuadre cultural… por opción individual? Sin duda que las religiones poseen una base sin la cual no podrían existir: el silencio de Dios, la mordaza a Dios, las Escrituras estáticas e interpretativas, la autoridad eclesiásticas o de los iluminados. Porque si Dios hablara las religiones no existirían. ¿Habla Dios? Un jefe bautista nos escribió una vez: ‘Dios habló, y su Palabra ya está escrita’ refiriéndose a la Biblia, y negando nuestra afirmación de que Dios sí habla hoy y no hay mordaza del Hombre que lo detenga en Su Verdad.

Si entráramos en un largo debate sobre las afirmaciones del mismo Jesús sobre su divinidad, obligadamente tendríamos que recurrir al expediente de la polémica interpretativa de las Escrituras bíblicas, y finalmente nos agregaríamos a la kilométrica fila de  teóricos que ven en la misma palabra otra cosa diferente. Nosotros damos Testimonio de aquello que el Cristo vivo nos ha enseñado, no un libro, sino el Espíritu del Dios Vivo, y desde esa guía hemos ido a verificar lo escrito, y comprobamos que La Palabra no desmiente, sino consolida, aquello que antes nos fue mostrado en revelación.  Y este ‘Camino Espiritual’ es aquel que todo Ser de Fe debiera recorrer: hay una gran soberbia y necedad al querer entender a Dios desde la Carne, la mente, el intelecto y los sentires subjetivos del Alma y la psiquis. Dios no es cultura, no es tradición, no es conocimiento. Dios es Espíritu y por Espíritu el Hombre debe entrar en Relación Personal con Él; y desde ese punto trascendente Dios es Sabiduría, no la de los ilustres de este Mundo, sino La Sabiduría que solamente proviene del Espíritu Santo. Aquí el segundo punto de quiebre: el Espíritu Santo.

Los mismos que muestran a Jesús como el hombre…niegan al Espíritu Santo. Y otro modo de negarlo es dar a este Poder Divino una connotación casi chamán: avivamientos histriónicos e histéricos, y milagros fraudulentos en medio de actos de parafernalia.

Quién niega, de cualquier modo, el Poder del Espíritu Santo, obviamente no puede aceptar la divinidad de Cristo, porque la divinidad de Cristo y el Poder del Espíritu Santo van unidos, son inseparables. Cuando los fariseos adjudican a Jesús el poder de la magia y del demonio en los hechos milagrosos, es Él quién asevera que quién niega de dónde proviene su Poder se pone en contra del Espíritu Santo, porque no hay Poder de Dios que pueda ser puesto en la Tierra sin la Presencia activa del Espíritu Santo.  Y en ambas refutaciones: la divinidad de Cristo en Jesús, y la existencia y Poder del Espíritu Santo, conlleva al tercer punto de quiebre: ‘Jehová es el Padre’.

‘Nadie conoce al Padre sino por mí’ ‘Nadie llega al Padre sino por mí’ ‘el Padre y Yo somos Uno’ ‘Quién me vio a mí, ya conoció al Padre’ ‘De Mí hablan las Escrituras’ ‘Abrahán se alegra de este día’ ‘Vuestro padre es Belcebú’. No tenemos duda en lo escrito por Juan: Cristo es el Verbo, es Espíritu Divino desde la Creación. Y eso lo aceptan los intelectuales a cargo de la teoría de los ‘Testigos de Jehová’, pero dan al Espíritu una calidad  amorfa, no inteligente, inconsciente; es decir, el Espíritu que habitó en Jesús estuvo con el Padre, pero no es Jesús Dios como el Padre. Aquí cabe una pregunta de Perogrullo: ¿acaso Dios crea Espíritus que no sean de su misma calidad: divinos? ¿Tan imperfecta es la Creación de Dios que un Espíritu que encarna pierde su calidad original? ¿Y si el hombre Jesús asume su calidad espiritual, y reconoce a su Espíritu, y por su Espíritu actúa el Plan del Padre…no es entonces ‘Dios’? Porque si se afirma que el Espíritu estuvo de los primeros en la Creación y ocupó un puesto de privilegio junto al Padre: ¿cómo al vivir en plenitud de obediencia a ése Espíritu Jesús no alcanzaría la calidad divina que era?

Jehová, bien sabemos, es una nomenclatura de letras y números hebreos con las cuales los antiguos israelitas reconocían a Dios. No es ‘el nombre de Dios’, porque si es Dios no tiene nombre. Es la nominación humana, en este caso de los hebreos, para identificar a un Dios que no cabe en nombre alguno. Los chinos lo llamaron Tao, justamente porque no sabían ‘qué nombre poner a esta magnífica presencia’. Los Hombres han dado nombre a toda manifestación, hasta la más inasible, y luego tales señales se  han convertido en ‘verdades’, y la mente humana ha rebajado la expresión de Dios a esas verdades, nombres e ideas. No es que Dios se empequeñece, sino que los Hombres lo hacen más controlable, manejable, identificable, utilizable. Encerrar a Dios en el nombre ‘Jehová’ es un intento demoníaco. Solamente los demonios quisieran jibarizar al Creador en un nombre, en una identidad, y luego negar su universalidad sin nombre. Pero no queda alternativa para quienes niegan la divinidad de Cristo, deben, están obligados, dar a sus correligionarios y ovejas un ‘nombre’ a Dios para hacerlo tangible,  y no una fuerza tan inoperable que escapa a la posibilidad de’ aceptación lógica’ de la mente humana.

Nadie sabía del Padre hasta que Cristo en Jesús lo reveló. Los antiguos hebreos se relacionaban con Dios, al que proclamaban cuan ‘Abba’ que quiere decir ‘padre’. Pero Jesús afirma que nadie sabe del Padre ni de cosas del Cielo sino Uno que viene del Padre y de Lo Alto. Tanto en el Hecho de la Transfiguración como en los dichos sobre su procedencia Cristo en Jesús confirma que el Padre es Espíritu y que el Único Dios al cual los Hombres han conocido es a Él, el Verbo. Y Juan lo afirma: el Verbo, el Sentido, el Logos…es el Dios de la Creación del Mundo (no solamente de éste) y de los Hombres (no solamente los humanos). Jehová es Cristo. Cristo es Jehová. Jesús el Cristo fue la encarnación de Jehová… considerando que Jehová es solamente una identificación hebrea de una realidad divina, no ‘el nombre de Dios’. Y vamos al siguiente punto de quiebre.

La insólita creencia de que la ‘salvación de los pecados´ se realiza en la cruz nos ha llevado por siglos a todo tipo de mentiras y falsedades, y en esto el pecado ha quedado en el aíre, como cuestión no resuelta. Y claro, si Jesús es sólo un ser humano, y como afirma el texto de los ‘Testigos…’ que ‘dio muestras de coraje y hombría’ (¡sic!) debemos aceptar el símbolo sangriento que interpretó este ‘gran varón’ al sacrificarse para ‘tomar sobre sí los pecados del mundo’; pero, según muchos cristianos, seguimos igual víctimas del, al parecer, porfiado mal del pecado. Definitivamente las religiones son las creadoras del arte de la política: ‘explicar para no explicar, hablar para confundir, y finalmente siempre tener la razón…y ejercer poder’.  Las religiones son la madre de las artimañas de la política: conviene tener al pueblo reunido en gran número, lo más fanático posible, pero lo más ignorante que sea posible, o en su lugar: confundido. Y tal es la incoherencia de tanta teología y doctrina e interpretación y estudios sesudos y repetitivos…que al final la masa ovejuna prefiere delegar sobre sus ilustres todo eso del ‘saber’ y del ‘conocimiento’. Así, podemos leer una infinidad de letras incoherentes muy bien hilvanada que nada explican y si acaso dicen lo contrario de lo que afirman: realzan a Jesús, y niegan al Cristo Dios, por ejemplo.

La verdad es simple, y debe ser vivida en y por Espíritu. Sin Espíritu no hay verdad de Dios, porque Dios Es Espíritu. Y desde el Espíritu sabemos que Cristo es el Verbo, Dios de los Hombres y de los Ángeles, el Alfa y la Omega, el Logos, el Sentido del Padre y su Creación. Que la Salvación está en directa relación a los Hechos de la Caída y la Trasgresión de la calidad Adámica. Que Alma es Psiquis y son los Sentidos de los Deseos predominados por la sub-creación de las Tinieblas, y esta Alma urdida por los demonios predominó en el Hombre de este Mundo en contra del Espíritu de Dios: por ende, la Salvación es la Restauración del Espíritu de Dios en el Hombre, su Liberación, para que por éste el Alma en el Ser Humano encuentre la Luz y cambie su calidad oscura a una Calidad divina. Que la Salvación debía pasar por cambiar la realidad macro y espiritual que retenía bajo su control a este Mundo: la muerte yacía bajo poder luciferino, los abismos estaban abiertos y las Almas retornaban con la misma deuda y deudores, los Santos que escapaban dormían el Sueño de la Espera porque el Cielo estaba cerrado. Esa realidad fue cambiada por la acción victoriosa del Cristo Dios en los Tres Días de su descenso al Principado tenebroso. Sin esos eventos no habría Salvación, ni Cambio, ni posibilidad de liberación alguna. Que por 40 días permaneció Cristo entre los Suyos entregando Ordenes que prepararían su Segunda Venida, esta vez en plena autoridad divina, no ya en la Carne ni como Hombre, y en esos días visitó a ‘su otro redil’, a la generación santa oculta a los ojos del mundo Cainita. Que debió ascender a su Lugar Santo para que descendiera el Espíritu que enseñaría por la Fe y por Espíritu al Hombre, y por el cual sus Sacerdotes (discípulos)  harían cosas más portentosas de las que Él había hecho: el Espíritu Santo.

Desde esos Hechos, el Hombre No nace en el pecado, sino que se Hace al pecado. Pero el Arrepentimiento y el Perdón puestos ante la Fe en Cristo redime al Hombre del pecado. Por lo tanto: el pecado no sobrepuja La Gracia, y es La Gracia la Ley de Cristo, no el pecado.

El Objetivo estratégico de esta Salvación es: ‘alcanzar al Padre para poner por Obra su Designio’.

Ahora, ¿se trata de creer en esto o en otra doctrina para hacerse parte de una religión? No. Se trata de APLICAR aquello que se cree, y llevarlo a la vida personal. La Coherencia es la clave de La Verdad.

El Camino del Espíritu, según la Salvación del Cristo que es Dios, obliga al Hombre a reconocer, primero, que a él Lo Vive un Espíritu que es ‘parte del Creador’, y es la Semejanza, pues no la forma humana es la Semejanza, sino El Espíritu. Y si Dios Me Vive, no puedo hacer como el ego o la cultura religiosa u otra persona me obliguen, sino que debo, primero: ir en busca del Espíritu que Me Vive.  Para eso debo Orar en Espíritu al Dios que Es Espíritu. Y claro: hablamos de Espíritu Consciente y de Suma Inteligencia, no de los espíritus bajos e imprecisos que argumentan los textos como los que aquí hacemos referencia.

Entonces entendemos que no podemos hacer un Camino del Espíritu sin antes purificarnos, porque el Espíritu exige limpieza de mente, de Alma, del cuerpo. Ahí damos inicio al Camino Espiritual. Y entramos en un área fundamental: El Discernimiento. Lo primero que Discierne el Hombre que entra en el Camino del Espíritu es la diferencia vívida entre Alma y Espíritu. Luego Discierne Ego de ‘Persona’. Y más tarde Discierne Mente y Conocimiento, de Inteligencia y Sabiduría. Desde ahí, se entra en el Discernimiento entre ‘Mundo’ (tal como Cristo lo entendía) y Cielos (como lo es verdad…no el cielo físico, sino Lo Celestial y sus Órdenes e Instancias). Es decir, para alcanzar a Cristo en su Verdad, se debe transitar por el Espíritu y las fases interiores del Discernimiento Espiritual. La verdad nos hará Libres: eso es una práctica del Camino Espiritual.

El Camino del Espíritu no acepta la forma ni la dictadura de la Religión, porque ésta es una fórmula del Mundo para aprisionar al Espíritu del Hombre. El Hombre de Fe es un Ser religioso, pero la religiosidad de la Fe no puede ser encarcelada por la Religión, sino que debe ser canalizada por el Camino del Espíritu.

Desde ese recorrido es que textos como los mencionados, de los ‘Testigos…’ se nos muestran en toda su real dimensión: conjetura de Hombres que nunca han tenido un verdadero encuentra con el Dios Vivo.

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