El Sentido de las Escrituras

Entre la razón y el Espíritu

Los humanos poseemos una forma inteligente de comunicación que nos distingue: la simbologia, los números y la palabra.

Las letras son símbolos que al unirse conforman palabras, y la palabra es la representación y el resumen de pensamientos, y nos ayuda a catalogar e identificar. Nuestro cerebro codifica miles de símbolos cada día, y ha desarrollado una agudeza particular para captar y leer gestos que avisan o alertan sobre hechos aún no acaecidos, o no declarados abiertamente.

Si Dios debiera participar con los Hombres ¿No usaría acaso esta particularidad comunicacional?.

Cuando se dice que no basta con leer sino que es imprescindible entender lo que se lee; y que no es suficiente con entender sino que es fundamental discernir y crear niveles y orden de ideas… estamos comprobando que la Palabra es un MEDIO y nunca un FIN. El fin de la Palabra siempre es el Sentido que guarda su composición.

La palabra desglosada según ideas puede llegar a ser filosofía. La palabra armoniosa que expresa sentimientos puede llegar a ser poesía. ¿Basta con eso para entender a Dios?

La Razón de la palabra, tratándose de asuntos espirituales, no puede limitarse a lo racional del Hombre, según su cultura y nivel de desarrollo. Porque entonces el Sentido Original, y  la Fuente, que posee el mensaje se distorsiona a según de quién lo interprete. Y de acuerdo a tales elucidaciones se conformarán conclusiones diferentes y hasta contrarias de un mismo origen.

Así sucede con los Libros que son base a grandes religiones: Vedas, Sutras, Corán, La Biblia… y también con textos antiguos como el I Ching, de origen chino.

Dos elementos sustanciales deben orientar el camino hacia la unidad de nuestra comprensión con el origen y fuente de la Palabra que leemos (tratándose de textos espirituales): a) colocarnos en el lugar de la Fuente y aceptar la calidad del Origen; b) usar de nosotros aquella parte de nuestro potencial idoneo, según el Sentido de la palabra.

Tomemos el Libro de los Evangelios, y abramos Evangelio según Juan: allí, el punto a) nos indica que la Fuente es un Apostol de Cristo que habla, entrega elementos y hechos, sobre el Origen y causa de su palabra: Cristo. Cristo es el Origen, y Juan la Fuente directa. Ahora, yo soy el lector, el receptor, y NO soy Juan, ni tengo vivencia directa del Origen. Esto hará inevitablemente que aquello que yo –  hoy, aquí y ahora, según mi nivel y cultura – entienda y comprenda una minima parte (de aquello que muchos siglos antes Juan quiso transmitir) …y probablemente esto sea distorsionado, interpretado y hasta acomodado a una verdad subjetiva que podría diferir y hasta contradecir el Sentido del autor.

El punto b) nos induce a buscar en nosotros lo idoneo a según del Sentido del texto. Si es poesía, versos o canción…usaremos el alma, los sentidos, los sentimientos y nuestro universo afectivo y sensitivo. Si el sentido original es ‘pensamiento’ y desarrollo de ideas: usaremos nuestro intelecto, racionalidad, conocimiento y capacidad de enlazar ideas y conceptos. Pero tratándose de vivencias y testimonios espirituales debemos saber activar NUESTRO ESPIRITU.

Y aquí nos topamos con el muro en el cual nos rompemos la cabeza. Cuando lo racional de los señores de la iglesia, ya desde Constantino, en el siglo Cuarto, debió imponerse para terminar con el misticismo de gnosticos y cristianos demasiados libres…entramos en el oscuro cuarto de la limitación ‘racional’ ante palabras espirituales. El Sentido del Origen de la Palabra de Cristo prescindió de Cristo, del Espíritu, de lo espiritual,  y dio espacio a lo racional de los legos, expertos y elegidos. Luego vino el desglose filosófico de los apologetas griegos, y más tarde la exegasis de Calvino y otros similares que potenciaron la teología y aniquilaron la esencia del Espíritu Santo.

El oscurantismo, con sus tribunales de la inquisición, que castigaba a los ilustres que pretendían comprensiones de los Evangelios por vias espirituales y de epifanias misticas, se impuso hasta nuestros días, cuando supuestamente ya somos libres de leer lo que queramos pero seguimos esclavos de lo que comprendemos sin Espíritu…porque jamás nos enseñaron cómo despertar, usar y vivir a Dios En Nosotros.

Nadie nos dice que para entender a Cristo hay que asumir que Cristo piensa, ve y habla cuan Divinidad que ES. Y menos se nos indica que para entender y compenetrar la Palabra de Dios es fundamental Meditar en Espíritu, Orar En Espíritu y Cultivar el Espíritu. Ni siquiera sabemos que poseemos un Espíritu. Se nos ha confundido ‘Alma’ con ‘Espíritu’, y hasta se dice que ‘Alma’ significa ‘una persona’ un sujeto’. Y finalmente se nos insta a ‘entender’ por ‘estudio escolastico’ una Fuente y Origen que es Espiritual y Divina.Y para facilitar nuestra comprensión de becerros hay pastores que repiten una y otra vez los mismos pasajes y si acaso nos los gritan con sus entendimientos y explicaciones. Es la esclavitud de la pequeña razón de los esclavistas.

Luego vienen los ‘libre pensadores’, muy bien cimentados sobre una ‘nueva era’ que nunca llegó porque nunca existió: y dan a lo suyo lo que el ego requiere.

Volvamos al orden: la Palabra tiene Sentido. Y el Sentido se lo da el Origen y la Fuente. Y el receptor debe primero ubicar y compenetrarse con el Origen y la Fuente, y luego abrir y despertar de Sí aquello que también originó y creó lo que ahora leemos. Entonces: ¿Cristo es un hombre más, excepcional, pero hombre como cualquier otro? ¿Es solo Jesús el rebelde, el varón milagroso y el hombre que murió voluntarioso en la cruz romana?. Porque si decimos: ‘Jesús’…y entendemos a un varón que dio ejemplo, y marcó un camino…como un político sabio…como un lider representativo…como un modelo de nación, de pueblo, o de una ideología… entonces ya estamos dando a la Palabra una connotación: social, política, ideologica, histórica, ejemplarizadora. Y como personas decimos: ‘seguir a Jesús’.

Ahora, de acuerdo a esta interpretación de la Fuente y Origen, podemos levantar una iglesia, una ideología, una cultura, un culto, una filosofía, un plan político, un modelo humano, una idea social.

Si asumimos a Cristo cuan Divinidad encarnada en Jesús: el Verbo de Dios, el Elohim Mayor hecho un varón, y nacido cuan ser humano de acuerdo a un Plan de Dios… entonces todo lo anterior cae, se destroza y se contradice. Y si el Origen es Divino (Cristo), y la Fuente es Espiritual (porque Juan no habla de algo que piensa, sino de algo que VIVIO y que no es anécdota subjetiva e individual, sino Testimonio Espiritual)… entonces nuestro deber de orden es de FE.

El punto que se nos coloca es si sabemos, o no, ponernos en clave Espiritual; si tenemos la práctica de Meditar y de Orar, de aquietarnos y de dialogar con Dios. Y la Fe es fundamental porque si no se cree en Dios, y no se posee una práctica espiritual, nunca podremos entrar en la Palabra cuyo Origen y Fuente SON Espirituales.

¿Qué diría un experto en arte ante  conclusiones aberrantes y extrañas de un ignorante en arte que opina de bellezas especiales sin tener la capacidad ni el orden para hacerlo? ¿Qué opinión sobre literatura podría tener uno que nada conoce de Origen y Fuente literaria, ni de estilos ni de tecnicas…? Entonces cabe preguntarse ¿Por qué los racionalistas intentan descifrar La Biblia? ¿Es legítimo, es aceptable, que, por ejemplo, un cientifico espacial intentara aterrizar el significado de los Sutras del Buda mediante la comprobación de su ciencia? Parece una locura y una estupida osadía: pero desde hace ya tiempo asistimos a tentativas intelectuales para racionalizar y explicar bajo la lupa cultural y cientifica algo que es profundamente Divino, Espiritual y Atemporal.

Las religiones cristianas adolecen de este mismo mal. Han aferrado la Biblia, o las Escrituras, como una ‘Verdad en Sí’, y sin Espiritualidad alguna, sin enseñar a relacionarse con Dios, sin inducir a una Relación Personal con Cristo, sin proponer ‘ Orar al Padre En Espíritu porque Él ES Espiritu’…pretenden que las ‘ovejas’ sigan ‘la palabra’ de acuerdo a las enseñanzas y conclusiones del pastor… evitando siempre que la persona obtenga DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL para VIVIR personalmente la Fuente y Origen de esa Palabra.

Para los esclavistas religiosos la verdad está en su iglesia, y afuera de la secta se halla la perdición del demonio. Y tal ‘verdad’ es la enseñanza y prédica de su pastor. Y decimos ‘secta’ en el sentido de que esta visión y práctica es esencialmente sectaria.

El Orden nos diría que para entender al Cristo que nos presenta el Testimonio de Juan (que aquí usamos como ejemplo) debemos primero aceptar que el Reino de Dios existe, que este Reino de Amor posee un Plan de Salvación, y que el Verbo de Dios encarnó en Jesús para cumplir el Plan del Padre Creador.  Entonces, tratándose de cosas que NO son de este Mundo (racionales y mundanas), debo, debemos, cultivar el ESPIRITU. Y para Cultivar Mi Espíritu debo MOVER la FE: Orar, Meditar, dialogar con Cristo, y PEDIR ESPIRITU SANTO.

Aquello que ha sido traducido como ‘Espíritu Santo’ proviene del  ‘Espíritu de la verdad’ o ‘Paráclito’: acción o presencia de Dios;  del griego παράκλητον parakleton: aquel que es invocado; traducido al latín Spiritus Sanctus. Los Gnósticos llamaron a este Espíritu ‘Madre Sabiduría’ o ‘Sagrada Sabiduría’.

Cristo hace referencia a éste al momento de su ascenso, y aclara que si él no vuelve a su reino en los Cielos, este Espíritu de la Verdad no descendería. ‘El Espíritu os enseñará todo’. Y con esto define que el Magisterio de la Fe es solamente el Espíritu y la acción del Espíritu de la Verdad (Espíritu Santo).

Dos elementos: el Espíritu que nos habita; y la intervención santa del Espíritu de la Verdad, el Magisterio de Dios, la Madre Sabiduría: el Espíritu Santo.

Primero: debo saber relacionarme con Mi Espíritu. Mi Espiritualidad se cultiva en la Oración, la Meditación, la Quietud y la Relación Personal con Cristo. Y asumo que Cristo ES Dios: porque quién se une a Cristo…se relaciona con el Padre…porque Cristo y el Padre son UNO. Desde esta Fe en Movimiento: invoco, alabo, reconozco y pido Espíritu Santo, me abro al Magisterio de Dios.  Y tal ‘estado espiritual’ o ‘Fe activa’ es lo que  permite entonces entender, vivir y compenetrar la Palabra, las Escrituras. Solo entonces obtengo ‘Discernimiento Espiritual’.

El estamento real más alto son Los Sacramentos. Pero también la racionalidad esclavista ha formalizado y vaciado este estado altísimo de Unión con Dios. Originalmente los sacramentos fueron un estado de unión con Dios establecido por Convenio o Pacto de Fe. Hoy son pasos formales a cumplir sin entender el Sentido de su Origen y Fuente. Debemos volver a la Fuente, debemos restaurar los Orígenes.

Mucho se discute y discurre de quién tiene la verdad en asuntos de fe. Y en base a estos mal entendidos de siglos, provocados artificialmente, se levantan religiones, iglesias y doctrinas que litigan, condenan y hasta aniquilan a todo aquel que no concuerda y pudiere contradecirlas. Pero el quid del asunto siempre residirá en el Espíritu y lo Espiritual.

No es sabio, ni es santo, echar leña al fuego de la discordia. Es cuestión de lealtad para con Dios el deber de enseñar a ser personas espirituales.

Orar a Cristo Dios como única vía para alcanzar la Voluntad del Padre Creador; Meditar para lograr la Paz cuan estado del Alma (psiquis); y Aquietar la mente y el cuerpo para eliminar deseos y alimentar nuestra mente y razón desde el Espíritu, desde lo espiritual. Y desde este estado de Paz invocar al Espíritu de la Verdad, a la Madre Sabiduría, al Magisterio de Dios: al Espíritu Santo. Y solamente entonces: tomar el Libro, compenetrar la Escritura… y solo así la Palabra Vivirá, y habrá Unión con el Origen y la Fuente que nos hará Discernir no solo aquello que se quiso transmitir, sino que llegaremos al misterio que nunca jamás de otro modo podríamos descubrir.

En estos tiempos definitorios, de Tribulación, de crisis y cambios, no es recomendable azuzar diferencias y menos litigar por asuntos de fe, y claro está: nunca incentivar la guerra religiosa, o entre religiones. Todo lo que conduzca a litigios, separaciones y violencia de cualquier tipo o nivel…no puede ser de Dios, no puede ser coherente ni menos sabio.

Debemos ENSEÑAR a Orar; debemos enseñar a Meditar; debemos enseñar a Discernir con el Espíritu; debemos aclarar conceptos fundamentales: la divinidad de Cristo; el Espíritu y el Alma; la consistencia del Plan de Salvación; el Hecho de Cristo y los Tres Días Fundamentales…El Espíritu Santo. Y lo debemos hacer NO en ‘contra’ de otras ideas o teorías. Sino LIBREMENTE… exponiendo para que sea la persona la que luego cavile y llegue a sus conclusiones. Debemos CONFIAR en las personas, pero sobre todo CONFIAR en nuestra Espiritualidad. Y para eso debemos ser nosotros personas de Oración, personas de mucha Meditación, y personas de Fe que piden Sabiduría al Espíritu Santo.

Hoy es la hora de la Coherencia. O somos nosotros Coherentes con la Fe y Leales a nuestro Dios…  O simplemente engrosamos las filas ya corroídas y anquilosadas de la hipocresía, el cinismo, la formalidad y la mentira.

El Sentido de la Palabra en los Evangelios nos conducirá al Verbo: porque Cristo es el Origen de la Palabra de Dios. Entonces veremos cerciorarse en nosotros el sentido de  la profecía, a saber: Dios ya no morará en ese lugar o en aquel otro, sino que habitará en la razón y en el corazón (alma) de toda persona de Fe que cultiva su Espíritu.

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