Editorial Nro 1: No hay ‘camino hacia la paz’… La Paz es el único camino

Cuando por Sabiduría del Magisterio del Espíritu Santo recibimos, hace años, la revelación concerniente a los cuatro años de Tribulación, cuyo inicio ha sido el 21 de Diciembre del año 2008, y la misma nos remarcaba que serían los años 2009 y 2010 aquel tiempo de mayores contradicciones y manifestaciones extremas causadas e interpretadas por el Hombre, podíamos prever entonces ciertos episodios y áreas, como la economía y la guerra – y no decimos la paz, sino la confrontación – que sin duda estarían al centro de los eventos mundiales. La ruptura de la burbuja financiera, en el segundo semestre del año que recién ha pasado, nos ubica ante una crisis de mayor envergadura que, según el Oráculo del Señor, se hará tangible en modo general desde abril- mayo de este 2009, pero será un hecho asumido y crítico en el último trimestre del presente. Junto a este elemento sustancial para la sociedad, se acentuarán los conflictos sociales y aumentará la belicosidad entre naciones.

A pesar de estos avisos del Dios Justo, igual hemos sido sobrecogidos y abrumados por los nefastos sucesos acaecidos entre palestinos e israelíes. No que la guerra en el Oriente Medio nos sorprenda, sino que la crueldad de estos combates en la franja de Gaza nos están diciendo que la maldad – que el odio  promueve y justifica – no titubea en usar niños cuan escudos humanos ante un contendor que, a su vez,  no se detiene en su avasallador avance y deja sobre el campo a centenares de infantes muertos y heridos, huérfanos y hambrientos.

No hay justificación para la guerra. El uso y abuso del ‘nombre de dios’ y de supuestas causas religiosas que sustentan este oprobioso caos no es sino un sucio juego del Gran Manipulador, el Mentiroso, que desde su principado influencia a los Hombres para que prosigan el sacrificio de sangre que tanto gusta y complace a sus huestes luciferinas.

El argumento, mañosamente calificado como ‘bíblico’, de algunos grupos evangélicos norte-americanos, que apoyan incondicionalmente a Israel… ‘por ser el pueblo elegido por Dios’… y sobre esa línea han calificado esta sucia guerra cuan ‘lucha entre civilizaciones’ (mismo argumento usado por la representante israelí ante la ONU) es doblemente peligroso y demoníaco. Si por el ‘antiguo testamento’ debemos justificar todo cuanto hoy acontece, estableciendo una jurisprudencia moral basada en aquella parte, época, condición y doctrina de ésa escritura, entonces estamos aseverando que Cristo no ha venido, y que el Mesías ‘esperado’ debiera cumplir con las características guerreras y políticas que los ortodoxos proclaman; dicho de otro modo: negamos a JesúsCristo y a los Evangelios.

El antiguo testamento, y en general los libros hebreos, sostienen moralmente las políticas judías, cuan jurisprudencia de la conciencia israelí, y por lo mismo: la negación del Hecho de Cristo en Jesús es indiscutible. Sobre tal riel de conducta podemos discutir, no estar de acuerdo o concordar. Pero si sostenemos, como lo hacemos, que Cristo SÍ vino en Jesús, y que el Mesías no era ‘el esperado’ por celotes, fariseos y saduceos, porque la espada del Cristo nunca fue de metal para la muerte, sino Espiritual para la Salvación del Hombre… ¿cómo podríamos justificar cualquier argumento o acción que toma una vieja ley, prevaricando todo orden moral, pasando por encima de una Ley vigente, la Ley de Vida de Cristo, para fundamentar razones de guerra, violencia, masacre de infantes, asedio por sed y hambre a civiles desarmados y no-beligerantes?

El segundo argumento es decididamente de corte nazista: la guerra entre ‘civilizaciones’ o ‘razas’ o ‘pueblos elegidos’ ha sido caldo de cultivo para la perversión más diabólica que la humanidad haya experimentado: y de esto sabe mucho el pueblo hebreo y sus seis millones de muertos en los campos de exterminio nazis. Ya constatamos hoy que la masacre en el Congo y ayer en Ruanda posee este mismo horrible argumento, y la cifra oficial de muertos ha superado el millón de personas, con una enorme cantidad de niños y niñas violados y despedazados. Pudimos saber del fanatismo, en esta misma línea, de las tropas serbias que, bajo la manoseada superioridad, masacraron y enterraron en fosas comunes a cientos de seres humanos… y muchos infantes. Lo dice la historia de Cambodia cuando cayó en la locura de los ‘nuevos kramher’, y lo demostró el despótico régimen Talibán. Y es que en el abyecto surco de la teoría de la ‘civilización superior’ y de la ‘guerra de civilizaciones’ se han fomentado y levantado los hechos más terribles y degradantes que la historia recuerde. Escuchar la voz oficial de Israel ante las naciones aseverando exactamente lo mismo que los teóricos del fanatismo, encubiertos bajo los mantos de la religión Musulmán, predican entre los suyos para reclutar terroristas suicidas que creen poder entrar al paraíso al volarse junto a otros supuestos ‘enemigos’… es de verdad un enorme llamado de atención para todo Ser amante de la Paz en este Mundo.

En donde este argumento queda absolutamente en contraposición, y resulta  inmoral, es entre quienes se proclaman ‘cristianos’: desde Cristo en Jesús, habiendo sido superada la vieja ley de vida, y habiendo sido introducida, por el Hecho Cristico, la Nueva Ley de Vida, no hay ‘pueblo elegido’, sino que, como dice Pablo: israelitas somos todos por la Salvación y la unidad en el Cuerpo de Jesús. O sea: somos ‘elegidos’ para ser salvos por Cristo, y somos ‘elegidos’ EN Cristo para llegar al Padre.

Desde los Tres Días de los eventos salvadores, y no limitadamente con la muerte carnal en la cruz, sino que con los Hechos de los Tres Días, con La Resurrección y el Descenso del Magisterio del Espíritu Santo… los Hombres…TODOS… sin distinción de raza, época o cultura somos receptores de La Gracia y tenemos ante nuestra conciencia la vía de La Salvación bajo la Ley de Cristo, y por este camino y bajo esta conducción podemos, y debemos, alcanzar el Discernimiento de la Voluntad del Padre en nosotros. Esta es la Ley. Esta es Ley de Vida. Y bajo esta Ley de Amor: todos somos hermanos EN Cristo, aún si el otro no creyera en La Gracia que ya posee en sí mismo.

En concordancia con esta Ley de Vida, debemos tomar lo anterior – el antiguo testamento y leyes antiguas- cuan testimonio de nosotros mismos, humanos, padeciendo los efectos de nuestra rebeldía y trasgresión. La antigua ley, con sus escritos y libros, cultos y tipo de sacerdocio, con sus pueblos elegidos (no por ser santos, sino por ser rebeldes, y para su propia redención) nos queda como palabra viva -testimonial- que realza aún más el Portento de Cristo, y nos debe hacer atesorar con más ahínco La Gracia recibida sin haber hecho mérito alguno. Permaneciendo lo antiguo en la memoria, la jurisprudencia de la conciencia debe estar cimentada en la Ley vigente, no en la superada y ya cumplida, y sin descartar lo anterior como aprendizaje y testimonio, toda acción y coherencia es menester que crezca, se desarrolle y afiance en la Verdad de Cristo, cuya doctrina universal es el Amor y La Paz.

Sabemos cuál es la pregunta que sobre-viene a esta postura de ‘Principios de Fe’ basadas estrictamente en JesúsCristo: ¿y qué hacemos ante la guerra, la injusticia y los hechos que suceden y han sucedido y no dejarán de acaecer? La trampa reside en que nos sintamos obligados a tomar partido, cuan jueces o actores, en los conflictos, entrando de lleno en las justificaciones de unos y otros. Y claro, por siglos la religión cristiana no solamente a tomado parte en los enfrentamientos bélicos, sino que hubo tiempos en que los incentivó y provocó. Eso quita piso histórico-moral a las instituciones tradicionales, y sigue siendo una paradoja, por ejemplo, la existencia de estructuras sacerdotales  que bendicen armas que matan y hacen parte de instituciones preparadas para la guerra. Entonces se plantea el ‘asunto de la paz’ como una ‘solución a la guerra’: la paz de la no-guerra, la paz armada. Se llama a la paz ante la evidencia atroz de un conflicto, como el de Gaza hoy, pero no hay una Doctrina de La Paz que sea transversal y permanente. Pues bien, esa es, esa sería, la respuesta coherente: La Paz cuan estado permanente… y el ‘asunto de la guerra’ como coyuntura de subsanar en casos esporádicos. La lógica de la guerra hoy posee en la paz armada un modo de tregua para preparar otros estados de conflictos. La aplicación de La Paz como base moral del Hombre y sus sociedades permitiría enfrentar los peligros de violencia sin que la guerra llegara a manifestarse. ¿Utopía? ¿Postura pueril e irreal? ¿Idealismo…? Desde la lógica de la guerra y la necesidad de las armas… obviamente. Aplicando la Doctrina de JesúsCristo cuan Verdad que DEBE ser puesta en práctica… esto es coherencia. El punto es que en el nombre de un supuesto ‘cristo’ y ‘dios’o ‘Alá’… los Hombres arman ejércitos, se repelen y someten, y finalmente culminan por alabar a ‘ese dios’ entre los muertos y los charcos de sangre ¿Por qué?

En esta misma ‘revista’ incluimos una revelación del Cristo Vivo: ‘La sangre corre’. Allí comprobamos que los eventos entre Caín y Abel no fueron anecdóticos, sino que definitorios para la calidad de Hombre que hoy somos. La ‘Generación Cainita’ exterminó, con la guerra, a la ‘Estirpe de Abel’. El Cainita es el resultado del cruce entre Adanes caídos y mujeres urdidas por los demonios. Los de Abel son el producto de la unión entre Adanes y Evas Trasgresores. La Generación de Abel, retomada por Set, corresponde a la ‘generación santa’, la cual fue diminuyendo hasta ser casi exterminada, y son estos los santos que fueron alzados a la derecha del Reino por el Cristo Victorioso. El Cainita tenía por padre y dios al demonio, al dios baal, a Belcebú, y su criatura: el Mentiroso… Satanás. Sobre esta realidad se basaba Cristo para decir a los fariseos y sacerdotes que ellos tenían al demonio por padre, y que no podían conocer a un ‘Padre Dios’ que nunca han visto, y del cual Él, Cristo, daba testimonio por primera vez porque provenía de este Padre Dios, el único y verdadero Dios.

Si fuésemos una generación santa, como Abel, Set, Enoc,  y otros como ellos en otras latitudes del planeta (porque la sincronía de estos eventos y estados se dieron en varios puntos del globo, conformando historia y libros como en Israel: en China, por ejemplo) hubiese sido suficiente la Elevación de Cristo; mas, como la generación Cainita no ha sido elevado, sino que ha sido Agraciada para que por y en  La Gracia OPTE por la Salvación… estamos hoy en la condición en la cual nos hallamos.

Asumimos entonces que La Paz no es natural al Hombre Cainita, sino la guerra. También asumimos que la Consagración en la Fe que nos liga al Cuerpo de Cristo nos hace parte de la Generación de Paz: de Abel, Enoc, Noé y otros como ellos que han sido elevados a las Instancias de la Vida Real y Verdadera. Esto nos obliga a proclamar La Paz cuan esencia, y no como ‘instrumento para la guerra’ o ‘tregua para otros estados de confrontación’ Y tratándose de coherencia espiritual, de vivencia de la Fe, de obediencia a la Doctrina de Amor y de Paz del Cristo Victorioso, tenemos el deber de fomentar la Paz en nosotros, primero y antes que en la palabra, siendo nosotros mismos un ejemplo de misericordia, de amplitud y tolerancia, de sentido profundo de democracia, de Sabiduría, de diplomacia y sentido común que busque altura de miras. Y esto no debe confundirse con el bonachón que no tiene límites y carece de principios… aquella caricatura del ‘santo’ que comúnmente se pinta en la visión del burlón. Ser un Hombre de Paz significa la defensa y exposición de la Verdad de Cristo y de la Relación Personal con el Dios Vivo sin temor ni cálculos políticos; mas, esta forma debe ser acompañada con el contenido de la congruencia, la coherencia y la verdad interior… de otro modo la hipocresía nos haría más Cainita que nunca antes, muy cerca de convertirnos en pequeños demonios. Porque la palabra justa y la prédica correcta debe tener cuan cimiento la vida cotidiana apegada absolutamente a la verdad que se habla y escribe, pues la Apostasía descansa precisamente en la palabra aparentemente acertada, y en la práctica sustancialmente errada.

Si ser ‘realista’ significa renunciar a la Doctrina de La Paz de Nuestro Dios Salvador, y renegar las Enseñanzas de Santos y Sabios bajo la Generación de Abel… optamos por pasar por utópicos e idealistas, según calificación de los ilustres materialistas de este Mundo. Pero en verdad somos simples hombres y mujeres cuya siembra interior es de Paz y no conoce enemigos, y en la firmeza no juzgamos, y en la exposición de la Ley de Cristo no obligamos, pero hacemos de nuestra acción una permanente apertura de Paz hacia el Cristo Vivo que Conduce a la Voluntad del Padre… sin ataduras institucionales de este Mundo, solo basándose en la Fe y la Disciplina personal y de Cuerpo de Consagrados que el mismo Cristo Vivo ha decretado para estos Días de Tribulación.

No hay razón alguna que sea válida si ésta se apoya en las armas y se justifica en la sangre vertida. Nadie tiene la razón ni la justicia de su parte si en sus manos tiene un arma y en su corazón anida odiosidades y venganza. Y ya dejemos de engañarnos: al dios que se proclama desde la lógica de la violencia es al demonio. No hay paraíso alguno detrás del terror y el suicidio: sino infiernos eternos. No hay Gracia alguna en la matanza y masacre: sino extravío y alejamiento absoluta del Dios Verdadero. No hay un ‘camino hacia la paz’… La Paz es el único Camino que hará florecer al Nuevo Hombre.

El Director.

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