Colaboración: Hombres sin esperanza «muertos en vida»

Hombres sin esperanza, tierra fértil para montar un sistema de corrupción…

Cuantas veces hemos escuchado, «de esta vida no hay otra»… ¿cuál es el fondo de esta expresión?… ¿no es la desesperanza?, entonces cabe preguntarse: ¿cómo una persona podría tomar las riendas de su vida?, ¿cómo podría esta persona ser activa, crear mejores condiciones para si y los suyos, luchar por ideales y por otros?, cuando está convencido de que todo lo que hace parte de su existencia se desvanecerá en cualquier momento con la muerte…
Pues esta es la percepción de muchos, y con esta percepción claro, «nada vale la pena luchar», que queda entonces para esta persona… solo subsistir inerte, como zombie -muerto en vida-, material manipulable por quienes dictan «hasta donde no más se puede llegar».
¿Cómo pudo arraigarse tanto en nuestra sociedad esta percepción de la vida, tan contraria a la luz de la fe y la esperanza?
Si asumiéramos las dos fuerzas en lucha en este mundo y sobre nosotros mismos: luz / oscuridad y definimos los efectos de cada una, es decir; luz = transparencia, esperanza, creatividad, trascendencia, etc, por otro lado oscuridad = egoísmo, desesperanza, manipulación, corrupción, muerte, etc.
¿Quién zanja la diferencia entre una y otra?, cual es la piedra de tope… si no la fe, la visión puesta en la trascendencia, la convicción de que la muerte es un umbral que da paso a otra instancia, un cierre de ciclo para entrar en otro… porque si creemos que de esta vida sí hay otra, entonces, no da lo mismo el «que hacemos en nuestro paso por este mundo».

Ahora, ¿por qué tanta negación de la fe en algunos? Creo que la respuesta está en la desilusión que nos han inyectado por generaciones las instituciones que se dicen profesar la fe… pero, que estas instituciones hayan tomado el nombre de Dios sobre si y lo utilicen como pancarta para sus oscuras campañas y se han hecho parte de  manipulaciones y corrupción, no significa que sea Dios quien propone esto, al contrario, justamente nos confirma que el espíritu de Dios -la esencia de luz en el Hombre- no está en estas instituciones, que estas instituciones utilizan el nombre de Dios para sus propios intereses de poder y gobierno del terror sobre sus grandes rebaños.

Un Hombre que toma a Dios como su guía personal, que se conoce a si mismo y es consecuente con el gobierno de su espíritu -como muchos ya lo hicieron- y llega a concebir su vida en Dios y para Dios, entrando en íntima relación con la sabiduría y la divinidad de su espíritu, está lejos pero muy lejos de llegar a declarar que es Dios en la tierra, poseer toda la verdad de Dios y es justamente su vivencia y relación con lo divino, es la que lo aleja de cualquier tipo de manipulación hacia otro ser con espíritu. Entonces, evidentemente el problema no es de la fe, si no de donde se ha depositado y que calidad de fe llevamos… ¿que más contrario a la fe, que corromper la fe?

Ahora, si un creyente pasivo toma conciencia que ha depositado su fe en el lugar equivocado, podría decir que le han robado la esperanza, cerrarse y negar todo lo que tenga relación con lo espiritual, con Dios y entregarse a la cómoda negación. Por otro lado una persona de fe, que siente la necesidad de mantener viva la llama del espíritu que quema en su corazón, sabrá reconocer que no es Dios quien se ha corrompido y tampoco está cautivo entre las paredes de piedra. Esta persona debe mantener su espíritu alerta, no dejar de canalizar su fe en la inducción de su propio espíritu, en él encontrará el reflejo de Dios, no en instituciones que se dicen ser «Dios en la tierra y tener la verdad de Dios». Quien vive en Dios no cae en la desesperanza, no se entrega al sistema, no vende su fe por las migajas de la mesa de los señores de este mundo.

Se debe romper el miedo a tomar las herramientas para forjar la propia e íntima relación con Dios, perder el miedo a buscar en su interior la verdad que espera ser descubierta, crear desde ahí las condiciones para el propio camino, no quedarnos pasivos en la «aceptación de que la vida es así y no hay nada que pueda hacer». No agotemos nuestra energía tratando de cambiar lo externo -lo que vemos con ojos comunes-, el ser de fe se transforma desde su interior, así avanza hacia la virtud de su espíritu. No busquemos respuestas por fuera, busquemos en nuestra propia verdad interior, ahí está grabado el gran sentido de nuestra existencia.

Consagrado bajo Sacramento

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