Carta abierta a los creyentes de Bolivia

Hermanas y hermanos de Bolivia, les escribo y hablo a quienes tienen su fe depositada en el Dios de Amor, el Padre; en el Dios Salvador, el Cristo Vivo; y en la Sabiduría de la Madre Espíritu Santo.

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Estamos unidos por la fe en un Reino Justo, pero además compartimos un suelo bendito, el de nuestra América, cuyas raíces ancestrales poseen causas y cunas aún no descubiertas pero vívidas en el espíritu de nuestros pueblos y gentes. Nada nos separa: ni la historia de las guerras provocadas por el alma de Caín, la cual vibra violenta en los Hombres movidos por la ambición y la ceguera del poder, como tampoco nos separa la ignorancia de quienes ostentan superioridad racial o social en base a la aberración del sesgo discriminatorio que los coloca a ellos mismos en un plano de su yo ficticio y subjetivo. Pues sí, somos hermanos en la fe, y lo somos por la génesis de nuestro origen.

Estando en La Paz, ciudad hermosa que causa añoranzas de Valparaíso por sus barrios colgando de los cerros y calles como cuncunas, pude sentir nuevamente esa sensación de ser Sur Americano que, debo confesarlo, a momentos extraviamos en Chile debido al trajín individualista que nos hace perder toda referencia de cultura profunda y nos ata a la sub-cultura que se apoya en un montón de lugares comunes. Pero la razón de mi primera estadía en esa metrópolis que siempre sorprenderá gratamente, era una sola: abrir el Camino de Sabiduría y Consagración también en Bolivia. Obviamente que toda Siembra requiere un arduo trabajo de preparación, y esta, como las otras visitas que ya hemos programado tienen por meta básica establecer un primer núcleo de Investigadores de esta senda, y según el resultado de estos primeros encuentros podemos alimentar certeza sobre lo fértil de la tierra espiritual en la cual laboramos con paciencia y misericordia.

Sé y tenemos conciencia en este sacerdocio que nuestra propuesta requiere tiempo, reflexión, vivencia espiritual y decisión. Hemos comprobado que la comodidad de la cultura religiosa, la cual no responde las inquietudes más hondas pero permite navegar sobre laureles engañosos, es parte arraigada en la costumbre de nuestros pueblos y gentes. Bolivia no es distinta en tal sentido, sin embargo se han conjugado aquí, como en otros países de nuestra América, una serie de festividades y creencias, ritos y juegos, cultos y herencias originarias que los inculcadores colonialistas del cristianismo europeo han usado y fusionado con la predominancia de su propia autoridad. De este modo, aquellas manifestaciones más puras de nuestros ancestros han perdido su esencia espiritual para convertirse en remedos folklóricos que se han integrado a nuestro modo de «ser creyentes». Dicho de manera descarnada: ni estamos siendo fieles a los motivos devocionales de nuestros ancestros, ni somos del todo cristianos reales. Por ejemplo, en la fiesta de La Tirana, aquí en Chile, las raíces originales se han perdido en medio de la fiesta consumista, el comercio a destajo, el consumo de alcohol y los aspectos visuales de una especie de carnaval que cuenta con la bendición de la iglesia católica y permite todo tipo de creencias y rituales paganos: no vive entonces el espíritu de nuestros ancestros, ni la adoración a Dios Padre en la Persona del Cristo Salvador. Pues bien, es hora de tomar este asunto con mano firme: existe una historia en nuestra América que debemos reivindicar por medio de la investigación seria, y con las herramientas de la Fe. Nuestros ancestros no andaban bailando en torno a imágenes de yeso vestidas de tul y plata. Sus orígenes son profundamente espirituales, y el centro de sus rituales se basaba, y se fundamenta, en un arraigado amor por la madre tierra, de la cual se sienten y son sus hijos e hijas, mas espiritualmente no dormían (no duermen) botados sobre el polvo sino que elevaban, y alzan hoy, sus vidas a Dios, el Divino Creador, cuya luz inmediata y representativa era y es el Sol.

Hubo en América, mucho antes de los europeos cristianos y su espada, un sacerdocio similar al del antiguo Israel, y en mucho idéntico al predominante en los Reinos de Asia. La falsa creencia, obviamente inoculada por la aguja del colonialista, cuyo rezo nos repite que fue descubierta América por los ilustres europeos cuando aquí vivían bárbaros ajenos a la fe… es una falacia que debemos, ya y para siempre, combatir, desmentir y desmontar. La verdad sea dicha: fue justo lo contrario. Los doctos, militares, religiosos y avaros que hicieron de la esclavitud su negocio debieron aplastar todo vestigio de Sabiduría existente, y era menester enterrar la historia de los Hombres Superiores de esta tierra, los cuales poseían conocimientos que empalidecían a los supuestos sabios del centro del universo. Porque mientras ellos aún decían que la tierra era plana, y que este planeta era el centro de todo, y el cosmos giraba en torno a nosotros, los sabios de nuestra Tierra ya calculaban el movimiento de las estrellas y concebían a nuestra madre tierra como un alma viva que se alimentaba del sol girando en torno al Padre de la Vida.

No argumentaremos aquí lo amplio que ya nos abre los horizontes la arqueología, la investigación y no pocas publicaciones, todo en aras de demostrar que aquí en este continente se produjo la historia secreta de la humanidad, y fue en esta geografía ignorada por la historiografía europea en donde se alzaron grandes reinos y hubo una fe monoteísta que hoy se niega bajo la argumentación de que lo nuestro era adorar a la luna y a las plantas y hacer sacrificio humano. Tal estereotipo es claramente racista, colonialista y profundamente despectivo de nuestra identidad.

Nuestro Sacerdocio tiene suficientes pruebas y muchas revelaciones sobre el Plan de Dios para esta tierra nuestra. Y así como los Hijos de Abel, los Santos, y parte de las tribus perdidas de Israel confluyeron en América, también lo hicieron antes los Clanes del Imperio Dorado cuyo centro estuvo en China y Asia al menos cinco mil años antes de Cristo, y que luego se desplazó hasta estos valles y montañas cuando los continentes se hallaban a menos distancia, y el estrecho de Bering era una vía abierta para las migraciones.

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Quetzalcóatl, Códice Borbónico.

¿Qué importancia tiene esto en la actualidad?   Mucha si asumimos que Cristo, el Dios Liberador, estuvo entre nuestros ancestros- sus ‘otras ovejas’, su ‘otro redil’-  durante la fase de los 40 días, después de su Victoria de Tres Días en los cuales descendió a los infiernos y derrotó a las huestes de la muerte; y tal como se presentó ante sus tres apóstoles en el Hecho de la Transfiguración,  así lo hizo ante el sacerdocio de los pueblos originarios: los tres dioses blancos,  y en particular el dios barbudo,  que por aparecer desde el cielo fue llamado Quetzalcóatl, era a quién esperaban nuestros ancestros, y eso los confundió cuando se toparon con los Cainitas europeos que venían a exterminarlos. Pues bien, el Cristo Victorioso sí estuvo con su pueblo en América y prometió ‘volver’, pero más precisamente: avisó que su Segunda Venida sería en esta tierra, y ante nuestra gente de Fe.

Si ya sabemos que Cristo se manifestará cuan Dios que Es, y ya no como hombre, y lo hará desde una ‘nube’ sin que nadie lo pueda prevenir… pues ahora sabemos que su Gloria llenará nuestro cielo del Sur, y su pueblo santo se siembra en Espíritu ahora, y debe florecer en este continente. No crean en estas palabras, sólo tómenlas en consideración: ahora llévenla a Oración y pidan en nombre del Padre y ante la Presencia de Cristo, que sea el Espíritu Santo quién les de entendimiento, y abran la Biblia ante sus ojos en el momento de mayor paz en la Oración, y lean con ojos puros la Palabra que les dará testimonio de esta verdad.

Ahora, sabiendo que somos tierra de promisión, y confiando en que Dios cumple sus promesas y Él Es La Verdad Viva, no podemos seguir ignorando la Ley de JesúsCristo para este tiempo, y menos tenemos excusas para continuar el raro juego de las costumbres que nos hacen degradar ante los Ojos del Dios que todo lo ve. Tenemos el deber de preguntarnos ¿para qué nací en esta tierra? Porque nada es casual, y el Dios Vivo tiene un Plan para ti, y para ese Plan es que naciste en esta tierra, y ahora vienes a saber que es aquí en donde la Ley de JesúsCristo para este tiempo ha descendido, y es aquí en donde el Cristo Victorioso ya estuvo y dejó sellada su promesa de Retorno en Gloria y en la plenitud de su calidad divina.

Esto lo sabía desde el día aquel: en la Montaña pre-cordillerana al interior del valle del Aconcagua, en Chile, que se encendió aquel 21 de Diciembre de 1991, y que luego se vistió de luces y poder en Octubre de 1996, pero no fue hasta que entré por la hermosa creación de Chungará hasta caminar cadencioso y respirando lento en la altura de La Paz… que el espíritu de la Dispensación de las Vísperas del Advenimiento de la venida del Dios de Victoria, el Cristo que abrirá el Tiempo de Paz, no había vibrado tan fuerte en mi ser… ¡Es que somos el pueblo de Dios! No por geografía: sino por Plan. Porque no países, culturas o política elige Dios… sino ESTIRPES colocadas en la carne según el Espíritu. Porque Dios es Dios y en su Plan coloca y elige Espíritus, y por generaciones los hace carne y sangre, y en cada una de éstas van los Espíritus preparándose para el Gran Día del Salto que llevará a los Suyos hasta el centro de la Nueva Vida: como Sión, la ciudad santa de Enoc.

Sé que pude hablar con un grupo de personas en Bolivia, y otras tantas vinieron a mí para hallar la luz por medio de La Sabiduría, y eso no es suficiente. Pero la vivencia en un sacerdote de JesúsCristo es siempre espiritual, y así como hay lugares que llaman a ser rápidamente abandonados, hay otros que estremecen el alma y elevan el espíritu porque ahí, como en Bolivia, hay muchos surcos fértiles esperando la semilla de esta Revelación. Por lo mismo, amigas y amigos de Bolivia: ¡Gracias! Uds. me han dado mucho en pocos días, y de verdad: desde que regresé de esa altura que obliga a la calma, lo único que quiero es volver, y seguir a Santa Cruz, y enfrentar un viejo desafío espiritual en Cochabamba. Y lo haré: desde el 22 de Octubre próximo andaré nuevamente la tierra boliviana, y espero no detenerme en estos viajes y seguir muy luego a Ecuador: otra y la misma tierra en donde esperan hijos e hijos de Dios Padre.

Bien saben quienes me han escuchado: a nada obligamos, y no juzgamos. Pero al esclarecer nuestra senda y propuesta de Consagración y Sabiduría es deber nuestro ser honestos, firmes y andar con la verdad delante de nosotros. No queremos alzar iglesias o instituciones formales como las que ya pululan por todo el orbe. No creemos en la religión como parte de la infraestructura ideológica de una sociedad: eso es política, y la Fe no se mide ni se debe limitar por un factor tan mundano como es la política. Lo nuestro es lo mismo que ya nuestros padres y madres ancestrales hicieron, como lo aplicaron los apóstoles antes de que la negra apostasía entrara en la historia, con el romano Constantino, los oscuros Obispos y su política de ‘una fe, un libro, una iglesia… un reino’… Es decir, aplicamos, vivimos y declaramos que: el Hombre es el templo de Dios; Dios mora en el Ser; el Espíritu en el Hombre es la semejanza de nuestro Creador; seguimos al Cristo Victorioso, al Dios que vino en Jesús, y siguió siendo el Verbo luego de cumplir con el Plan de Salvación; buscamos y anhelamos a la Madre Sabiduría: el Espíritu Santo, para que ella nos enseñe lo de Dios, porque Su Magisterio es superior al conocimiento; y hallamos Sabiduría siendo Sellados en Cristo: nadie puede llegar al Padre para conocer su Voluntad sino se entrega bajo Sello Sagrado a Cristo, el Dios de los Hombres y de los Ángeles.

Todos somos sacerdotes: por el Sello que nos une al Cristo Vivo y Victorioso… somos sacerdotes de nuevo tipo. El Poder del Espíritu Santo se halla pleno y vibrante en el Sacerdocio que Cristo en Persona Sella. Esa es nuestra propuesta. Eso somos, eso hemos recibido y eso queremos entregar a todo Ser de Fe que esté dispuesto a transformar su existencia. Pero Cristo en Persona nos ha dado una tierra para sembrar: América… y más precisamente América del Sur. Porque es aquí en donde un ciclo largo se cerrará, y otro eterno se iniciará. Oren y pidan Palabra con Fe al Dios de La Verdad.

En la Gracia y la Ley de Vida

Ricardo Andreé – Sacerdote Misionero bajo la Ley de JesúsCristo-

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