Manipulación de células madres ¿Para qué… Señor?

Nuevamente se coloca ante la conciencia del Hombre un asunto de valor trascendental: la manipulación de células madres. Asumimos que el común de las personas saben poco o nada de este vital tema, y es deber de quien haya roto el egoísmo e individualismo correr a informarse sobre esta cuestión, es urgente proceder y tener una postura clara, y no dejar esto en manos de unos escasos ilustrados… menos en la exclusiva arena de los políticos.

Para entendernos: ¿es un árbol la semilla de algarrobo? Hay quienes dicen que sí, pues sin ésta no habría árbol; quienes niegan argumentan que de por sí la semilla no es un todo porque requiere de otros elementos para hacer parte de un proceso de vida. Las células madres son la esencia seminal de la vida: ¿son éstas la vida misma? ¿Son las células madres el potencial de la vida pero no la vida misma? Lo cierto es que por vía de la manipulación de las células madres la ciencia ha podido avanzar en la curación, prevención e incluso eliminación de enfermedades importantes ¿Puede ser este resultado algo negativo o ‘moralmente’ deplorable?

Para no enredarnos en las ramas, debemos ir a la raíz: ningún descubrimiento del Hombre es mérito de éste, pues por siglos el mismo Ser Humano, ni más ni menos inteligente, ha caminado sobre aspectos que nunca conoció, y en una generación, en 70 años, devela misterios, usa elementos impensados por la generación anterior, logra avances inexplicables en un giro muy breve de tiempo. ¿Mérito del Hombre? Si se ha consolidado en la persona la idea de la ciencia cuan religión, y se ha contextualizado al Hombre como a un pequeño dios, y se ha elevado la verdad de la comprobación a calidad de ‘La Verdad’, y todo lo que ahora se sabe y aplica es para estas personas Causal… una Causa que explica y desde la cual se generan efectos manejables… entonces sí cabe la actitud soberbia de considerar al Hombre de Ciencias como a los nuevos e intocables sacerdotes que deciden sobre la vida y la muerte por encima de todo otro valor fundamental. Pero si basamos nuestra existencia y todo lo que en ella descubrimos como un Efecto cuya Causa es Dios, insondable y creadora, y asumimos que cada descubrimiento es Gracia de Dios, Dádiva y prueba para el Hombre, entonces nos explicaremos porque las cosas se saben cuando Dios dispone, en los tiempos que la Creación determina, y es único mérito del Hombre usar y aplicar lo nuevo con Sabiduría.

Si la raíz es Dios, y todo saber de Él proviene, cuándo y para aquello que ya se halla contenido en un Plan de Creación, cuya Causa primera no conocemos y cuya meta final ignoramos, sí así concebimos nuestra presencia y modesto rol en la Creación, entonces tendremos la humildad para hacer el bien con todo aquello que Dios coloca en nuestras manos. Pero si no existiera la maldad esto sería fácil y no estaríamos hablando del tema, y como es la maldad la condición de la Generación Humana Cainita que heredamos, es que debemos discernir sobre cada aspecto, pues todo lo bueno que Dios nos brinda puede ser convertido en algo malo por la codicia, avaricia y malicia del Hombre de este Mundo.

Las células madres en manos de Hombres buenos y con fe en Dios, respeto por la vida y humildad ante la Creación seguramente nos beneficiarán en manera portentosa, porque así lo quiere el Creador. Mas, estas mismas células en poder del avaro, codicioso y malvado puede transformarse en prácticas abominables y diabólicas, contrarias a la Creación. ¿Para qué Dios libera información, conocimiento y misterios al Hombre si éste podría convertir esta Gracia en maldad y destrucción? Porque Dios no está sujeto al Hombre, y es éste quién es y debe ser probado por Dios, por ende es el Hombre quién debiera ponderar todo saber para aplicarlo en Sabiduría y Bondad. El Plan de Dios no se detendrá porque el Cainita predomina en la Tierra y se ha reforzado entre los que ejercen el Poder en este Mundo. Si aquello que Dios entrega es la sepultura del Hombre porque así lo decretó la soberbia de éste, no es imputable a la Gracia de Dios, sino a la necedad del Hombre.

No es la energía atómica la mala, sino el nefasto uso que el Cainita le ha dado. La lógica de la ganancia y riqueza a destajo y avasallante, la guerra que es tomada como ‘natural’, la ira y la violencia cuan ‘naturaleza’ del Hombre… conllevan a que en lugar de usar la energía atómica para causas de bien tengamos hoy armas de destrucción masiva apuntando sobre nuestras cabezas. Bueno, lo mismo podemos decir del tema que aquí tocamos: porque si mañana debiéramos enfrentar la realidad de humanos híbridos y monstruosidades similares como efecto del mal uso de estas células, no podremos aseverar que el punto fue el descubrimiento de estas células, sino que el mal uso de éstas. El Cainita ve este terreno una gran ocasión para asentar su poder de ‘pequeño dios’ humano, calcula ganancias, proyecta mercado, vislumbra usos sin frenos… ¡Poder!

Ante esta realidad ¿Qué hacer? ¿Prohibir la investigación…? El camino de la prohibición, de la negación, es tan nocivo y Cainita como el mal uso de un descubrimiento. Cuando una realidad se esconde, se prohíbe o se coloca en manos exclusivas y controladas, finalmente culmina en la misma maldad que se quiere evitar. El oscurantismo eclesiástico de otros tiempos quería evitar males mayores, y ocasionó el peor de los males. Si Dios permite entender y saber de algo que siempre estuvo en y con nosotros… debemos tomarlo, discernirlo, investigarlo. No podemos negarlo. El centro del debate es y será siempre el mismo: la calidad moral del Hombre que maneja y usa la información, el descubrimiento y la revelación.

No hablamos de células madres, sino de la calidad del Hombre.

No puede ser malo que se cumpla lo dicho por JesúsCristo, sobre que ‘otros harán cosas más grandes que éstas’– al referirse a los milagros. Como no es novedad que ‘el Hombre llegará a vivir 120 años’ como leemos en las Escrituras sobre el tiempo del ‘Milenio de Paz’ que está por venir. Porque el Hombre es parte de la Creación, y no es el único tipo de ‘Hombre’, y su inteligencia es parte de la semejanza de Su Creador, y nada de aquello que este Ser Humano pueda descubrir será por soplido del Malo o por mérito propio, sino que es Voluntad de Dios, para prueba de Sabiduría del Hombre. Y sobre lo revelado es que sopla el Malvado, para tergiversar y engañar al soberbio y hacer fracasar el Plan de Dios en este Mundo. Esto nos hace retornar al mismo punto: la calidad del Hombre.

Es una discusión mentirosa toda aquella que quiere discurrir sobre ‘lo conveniente’ o no de un descubrimiento: la verdadera esencia es si el Hombre, y sobre todo los gobiernos, la comunidad de la Ciencia, están en condiciones de humildad ante Dios para dar a toda revelación un uso progresista, de paz y en pleno respeto por la vida tal y cual Dios la concibió. Esa es la prueba. Y podemos estar seguros que la Voluntad de Dios y su Plan no se detendrán porque los Hombres fracasemos y nos convirtamos en demonios… Por lo mismo, es deber de todos, y en especial de quienes nos hemos Consagrado a la Causa de Dios, no caer en la trampa de las diatribas sobre los efectos, sino que es deber nuestro mostrar Causas, y en este caso, como en muchos otros, la Causa es Dios, la Voluntad de Su Plan y la prueba de Sabiduría que los Hombres enfrentamos ante cada avance y descubrimiento: ¿Para qué… Señor?

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