¿El fin de los profetas?

¿Acaso con Cristo se puso fin al tiempo de los profetas? Es la pregunta que se nos hace llegar de una hermana que pasó gran parte de su existencia bajo una iglesia cristiana, y ahora investiga el Camino de Consagración.

Desde la palabra enunciada por Cristo: ‘el Espíritu os enseñará todo’, y el cierre del viejo tiempo, bajo la Antigua Ley, se concluye que las condiciones anteriores al Hecho de Cristo descartan y superan también las formas del sacerdocio y los modos de relacionarse con Dios. Esto es correcto.

Ahora, los antiguos profetas eran la Voz y Presencia de Dios en un Tiempo en el cual imperaba una Ley de Vida que esclavizaba al Hombre a su condición pecadora. Con Cristo y La Salvación todo Hombre de Fe puede acceder al Reino mediante La Gracia concedida por Dios… esto, explicado en términos muy globales. Se podría deducir que los profetas quedan caducos en su rol, y de alguna forma todo Ser de Fe podría, de alguna manera, ser o tener algo de profeta.

Pablo explica que con Cristo el sacerdocio es sustancialmente distinto, en forma y contenido, al antiguo sacerdocio, y que la profecía deja de ser una persona para convertirse en un Don. Dicho Don, nos lo explica el Apóstol, es potestad del Espíritu Santo y cumple funciones en el Cuerpo del Sacerdocio, en donde todos reciben dones para complementar una sola voluntad. Quienes reciben el Don de Sanar, quién el Don de hablar en idiomas angelicales y divinos, quién el Don de interpretar dichos idiomas y escrituras, quién el Don de Visiones, etc. Pero cada Don hace parte de un todo, y esto se manifiesta en el Cuerpo de Consagrados.

Jesús ordena ir a sembrar la Nueva Ley… de dos en dos. Promete que si tres o más oran con Fe Él descenderá con el Padre para habitar entre ellos. Deja misiones a los apóstoles varones conocidos; sabemos que deja también misiones a las mujeres sacerdotes, como Magdalena, Marta y más de 70 mujeres apóstoles, sabemos que visitó sus ‘otras ovejas’ y selló misiones y sacerdocio. Pero en todo nos consta que siempre unificó a Los Suyos por Cuerpos, nunca en forma individual, solitaria y aisladamente. Por lo mismo, la figura del profeta solitario, aislado y exclusiva voz de Dios es reemplazada por los Dones en el contexto de un Cuerpo Comunitario de Consagrados o Discípulos.

Si la cuestión gira en torno a que en este tiempo pueden haber profetas al estilo, forma y esencia, del antiguo tiempo, antes de Cristo, la respuesta de los evangelios, la enseñanza de Cristo y el Discernimiento de Sabiduría que nos entrega el Espíritu Santo nos responde: NO.

Si el tema se amplifica a que bajo Cristo la profecía es un Don, y que los Dones que Cristo Avala son y siempre serán en el contexto de un Cuerpo, y nunca en forma individual y aislada: entonces debemos aceptar que sí existe la ‘persona profeta’, pero dicha individualidad es parte, debe hacer parte, de Un Cuerpo, y debido a que todos recibimos por Fe Espíritu Santo y todos poseemos un Espíritu que se eleva a Dios… si somos Consagrados… tenemos la posibilidad de Discernir la profecía, y saber del Oráculo del Señor la verdad sobre la calidad del profeta. En otras palabras: el Don de profecía se nos entrega para construir comunidad como Cristo y el Reino mandan y ordenan, para advertir y preparar al Hombre para los eventos y hechos que Dios avisa, pero nunca para alzar egos y poderes particulares y privados, sino que siempre en el contexto de un Plan, de una Siembra, de un Camino, que de todas formas deberá ser Comunitario, colocando en el centro la unidad en Cuerpos de Consagrados.

La Dispensación de las Vísperas del Advenimiento del milenio de paz posee el Don de Profecía, y siendo un Don bajo Potestad del Espíritu Santo no es de uso privado o particular de la persona que recibe el Don, sino que un Don al servicio del Cuerpo de Consagrados bajo un Plan estratégico cuya esencia es la Presencia Viva del Cristo Dios en su Venida Portentosa, y la entrada en el Tiempos Santo de la Paz.

No hay profetas al viejo modo para reemplazar la Potestad del Dios Vivo y del Cristo Presente y Gobernante, menos para suplantar el Poder de Magisterio del Espíritu Santo. Sí los hay en la construcción orgánica del nuevo Sacerdocio de Cristo, pero siempre como un Don sujeto al cabal cumplimiento de la Voluntad del Reino, pues de usar o mal usar dicho Don para objetivos fuera del Plan y contexto para lo cual desciende, éste se aparta, cesa y ya no es Avalado por el Cristo Vivo.

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