Santidad y Apostasía

La cultura católica nos ha conducido a una idea mágica de la santidad: lo sobre natural expresado o en sacrificios superiores, o en milagros comprobados, o cuando ambos aspectos quedan en evidencia fuera de toda duda.

La cultura musulmana posee un concepto distinto de la santidad. Muy diferente y distante es el concepto de santidad de los hindús y budistas. Los antiguos chinos distinguían dos categorías paralelas y reciprocas: Los Santos y Los Sabios.

¿Es la santidad un estado espiritual, o de fe, o de vida religiosa, que deba ser sancionado por autoridades humanas? ¿O es la santidad un Estado Espiritual que se manifiesta y evidencia independiente de los pareceres o proclamaciones de los Hombres?

El mundo Evangélico, y sus múltiples disciplinas y cultos, no posee una idea única de la santidad. Y en su mayoría simplemente no es un punto que se tome en consideración.

Cuando en esta época y tiempo la Religión en general  se ha visto seriamente cuestionada debido a sus propios errores – sobre todo consecuencia de la visión crítica de la historia que en esta generación de fácil comunicación, indagación e información se ha alcanzado-, con tal exposición,  ya no resulta posible imponer  dogmas sin cuestionamientos, y disciplinas autoritarias sin derecho a disentir. Y esta realidad ha conllevado a que en países como Irán, Arabia Saudí y similares simplemente se prohíba y restrinja el uso de la comunicación y se controle la información para evitar que la gente caiga en ‘apostasía’ y finalmente se corrompa con la publicidad de los ‘infieles’.

La mayor crisis se experimenta en occidente, en el mundo católico y protestante…justamente en donde acceder a la información histórica, y a los diversos puntos de vista, libremente, crea una masa crítica mayor, y las mentiras e incoherencias de una fallida santidad aparente caen por el peso de los hechos,  tremendos y espeluznantes.

Con esto se comprueba un axioma que por siglos se ha querido evitar y que  negaron los intelectuales de las religiones: ’mientras más sabe el Hombre, menos se llenan las iglesias’.

Sin embargo, esta realidad ha sido manipulada por el ateísmo como una bandera de triunfo sobre la fe y la existencia de Dios. Porque en la asociación de que Dios es invención de las religiones, y caída éstas cae la Divinidad… éstos han sacudido el avispero de las aberraciones en la curia católica, y las estafas para adquirir riquezas en los movimientos protestantes (sobre todo norteamericanos)  para demostrar que Dios es una mentira como la supuesta santidad de quienes ahora muestran sus prácticas infernales o de muy baja condición mundana.

La perdida de ‘autoridad’ de las iglesias y sus jerarquías ha sido, primero, moral, luego espiritual, y ahora institucional. Y sobre este desangramiento el ateísmo salta con ira para denigrar a Cristo y negar todo lo Espiritual como si se tratara de una estupidez idealista y sectaria. Y en este contexto: cuando las iglesias se oponen al aborto, o al matrimonio entre personas del mismo sexo, o a constituir familias de padres homosexuales… son tildadas con todo tipo de epítetos degradantes, y se les niega el derecho a expresión y se les califica con argumentos odiosos y discriminatorios.

Pero  los ataques a las iglesias no se quedan en acometer  las posturas de las iglesias; se va directamente a la inexistencia de Dios, al detrimento de toda Fe en Dios, y sobre todo a la tergiversación de Cristo.

Y es aquí en donde debemos poner la atención: porque podemos acordar en base a los hechos que el catolicismo es responsable de siglos de oscurantismo, absolutismo y restricción de la libertad humana, además de ser  responsable de Hechos delictivos de Lesa Humanidad: como la extinción de nuestros Originales en América y destrucción de nuestra Cultura ancestral; así como el abuso a los infantes confiados por siglos a su exclusivo cuidado y protección. Pero junto con asumir este dato duro de la realidad, tenemos el DEBER de distinguir qué de la Fe y de la herencia de Cristo fue, ha sido, y es aún, manipulada, cambiada, tergiversada por los Hombres de las iglesias para acomodarla a sus propósitos.

Distinguir en donde se anida la Apostasía y exponer la diferencia entre lo que Cristo Es y nos pide, y aquello diferente y hasta contrario  que se interpreta y se hace en la realidad…es suficiente.

No debemos caer en ataques y menos en condenas a personas. Eso es juicio de Dios.

Asumir las circunstancias de los Hechos, y diferenciar claramente la apostasía que en el nombre de JesúsCristo ha negado por siglos la esencia de Cristo, es deber de toda persona  decente en su intelectualidad, y objetiva en su sentido de realidad.

No es tarea simple ni fácil. Vivimos tiempos de excesivo sectarismo. Justamente por el  miedo, el pavor que causa en las jerarquías e intelectuales eclesiásticos este tiempo de saber, de informarse, de acceso a los datos históricos… se reacciona de una forma acérrima conteniendo los muros de lo propio, y aunando filas para hacerse fuerte ante los Juicios de la Historia. Y no hay mejor defensa que el ataque. Mientras más avance este proceso imparable, más veremos encerrarse en el sectarismo a muchas religiones. Y aumentará la masa del ateísmo militante que no perderá ocasión para pasar de las agrias palabras a la violencia fanática. Esto no hace ni hará fácil mantener la Fe y rescatarla de la apostasía, y no caer ni participar de  actos y posturas sectarias.

Pero los Hechos – que con entrar al computador o a nuestro aparato tecnológico los tenemos ante nuestros ojos, oídos y saber- sin una reflexión, un tiempo de análisis y una investigación de Causas corren el riesgo de convertirse en opiniones ligeras, básicas, banales e injustas.  Y uno de los aspectos que más cuesta hoy es llamar a la gente a reflexionar, a estudiar, a indagar…y hacerse de una opinión ampliamente informada.

Desde el sistema educativo actual se incentiva lo parcial, lo subjetivo, y a tomar en cuenta solo aquello que sirve para las metas labores en el mercado. Cero análisis, cero cultural del saber, cero informaciones en profundidad.  Y luego en las iglesias o se incentiva la ‘defensa a raja tabla’ de todo lo institucional….o se emboba al feligrés con repeticiones de pasajes escritos que nunca deben pasar por el Discernimiento Personal, sino que todo debe ir quedando en el depositario del pastor que ha sido ‘ungido’ para arrear ovejas. Así, difícilmente se llegará una visión de altura.

Se está creando un abismo siempre más ancho y profundo entre la realidad de la información y su fácil acceso…y las verdades de otros que la persona deben asumir como propias. Pero también, en la ligereza de la tecnología y su fantasía se está sembrando una generación ingenua en su mentalidad, sin capacidad de lectura comprendida, sin hábito de estudio, sin capacidad de análisis comparativo…y finalmente disgregada en cuanto a  interés colectivo,  y muy individualista.

Nunca como ahora podemos calificar este Tiempo como el de La Tribulación. No solo por los procesos rápidos y acelerados que vive e interpreta el Hombre, sino por el fulminante deterioro del Clima, y la conjunción de hechos cósmicos que están acaeciendo, pero que los gobiernos callan para evitar una disgregación mayor.

¿Qué hacer? Podríamos optar por el encierro en sectas mesiánicas que dejen que el Mundo caiga y los ‘elegidos’   se salven. Pero ese no es el camino. O bien podemos encerrarnos en la defensa institucional y luchar por espacios de influencia y de poder…como de hecho  hacen muchas iglesias protestantes. O aferrarnos a la esperanza del nuevo Papa que pareciera querer cambiar algo que si cambiara en realidad dejaría de ser lo que es. O nos volvemos ‘libre pensadores’ o Nueva era de esotéricos ambiguos… O nos quedamos solitarios encapsulados con un dios bien personal y manipulable. O vamos a las procesiones y hacemos sacrificios una vez al año para que la virgen tal o el santo cual nos ‘ayude’.

O asumimos el desafío más duro de estos días: defender a Cristo por lo que Cristo ES, según lo declaran  los Evangelios, y nos lo explica Juan, y nos lo ilustra Pablo en carta a romanos y carta a hebreos;  y hacemos Nuestro el Plan de Coherencia que Cristo nos propone en el Sermón  del Monte… sin medias tintas, sin relativismos, sin interpretaciones de otros;  sin mirar a conveniencias, y sin pretender nada de la mundanidad: ni fama, ni falsa maestría, ni reconocimiento egotista, ni riquezas de ningún tipo.

O bien nos convertimos en personas de Oración, con ESPIRITU; y nos hacemos al Espíritu Santo con la Meditación…no por obligación, sino por convicción, por amor a Dios, por opción personal. Y nos liberamos de los procesos de las iglesias, y hacemos de nuestro Cuerpo el Templo de Dios, y de nuestra casa un hogar de Paz;  y de nuestros hijos ‘Hijos e Hijas de Dios Padre’; y de nuestro matrimonio una Unión de Amor real y no una pantomima de intereses y miedos que nos atan y sepultan…

Es decir: O NOS CONSAGRAMOS POR FE…o todo es mentira.  

Porque cuando la turbulencia de estos tiempos empaña la distinción neta entre tantas verdades proclamadas con fuerza y hasta con violencia, lo que Salva y Eleva no es mezclarse en la trifulca y el sectarismo, sino apartarse de lo mundano e institucional del Hombre para SENTIR a DIOS en UNO MISMO.

Y es en este sentido que la propuesta de Cristo en los Evangelios, sobre todo aquello que Cristo nos entrega por medio de Su Testigo Juan, se ensalza ante nosotros como un Camino fuera de toda Tribulación: aceptar a Cristo cuan Dios, el Verbo, el que encarnó en Jesús para Plan del Padre. Pero que es Dios desde antes de Jesús, y retornó a su Trono Divino luego de los Hechos de Salvación…

Ese Cristo, el Elohim mayor (que es reconocido por los 24 Ancianos de los Días en el libro de apocalipsis)… esa Divinidad… ya no solamente en su encarnación en Jesús y su pago en la cruz: sino el Dios que en los Tres Días descendió a los infiernos para cambiar los Estados de Muerte por los cuales el Hombre debe pasar…Ese DIOS es quién  nos ofrece una salida concreta que podemos Discernir con Paz y Quietud en nuestro acercamiento honesto y bien dispuesto a los Evangelios.

Para asumir a Cristo como a Nuestro Dios Salvador y Conductor al Padre Creador, y depositario de las Llaves del Espíritu Santo, no requerimos de otra cosa sino de Nuestra Fe, nuestra decisión de llegar a vivir a Cristo, y nuestra CONFIANZA en que donde Cristo nos conduzca será allí donde DEBEMOS Estar y Ser.

La mayor apostasía es la Incoherencia: la falta de Verdad. No podemos hablar de Dios y luego teorizar que somos pecadores empedernidos y naturales por lo que solo podemos  esperar la misericordia, y no la santidad.

La santidad que Cristo nos propone está, cuan itinerario, en SER tal y cual Él nos lo indica en el Sermón de la Montaña. Sin soslayar un aspecto. Sin menospreciar una coma; aplicando en el empeño personal en cada llamado sin tergiversarlo para propia conveniencia.

La santidad que Cristo nos impele se haya en aceptarlo por lo que Él declara que ES, tal cual, sin rebajarlo a un solo varón milagroso, otro profeta entre tantos, o un hombre sancionando su santidad por un sacrificio simbólico en la cruz. Él se nos declara Dios Hijo, Venido de Lo Alto, y parte de un Orden Celestial del cual participan Moisés y Elías, y que fue causa de alegría para Abrahán en los Cielos.  Él avisa que pasará por el ‘vientre de la bestia’ por tres días, pero los hechos de ese paso por los abismos será más alto que lo más alto acaecido en pasado. Él sentencia que en tres Días alzará el Nuevo Templo.

Hablamos de Dios Hecho Carne en Jesús, pero Divinidad antes de Jesús – el Verbo-y Divinidad después de Jesús.  Por lo mismo no se puede reducir Lo Cristico a la sola presencia humana de Jesús. Y es apostasía concentrar la Fe ‘en el hombre’ (Jesús), sin reconocer a Dios, el Verbo, en su existencia desde el Padre, y su Autoridad Divina hoy.

Porque nadie tendrá Vida sin su potestad de Vida. Y nadie llegará jamás al Padre y lo conocerá si no es por Él. O eso es verdad a la cual debemos aspirar…o estamos construyendo a un Jesús que no existe sin el Cristo Dios.

Santidad es tener a Cristo por Dios Conductor y Salvador. Y hacer la Voluntad del Padre, y poner por obra el Designio del Padre. Y si quién llega a Cristo y le conoce…entonces conoce al Padre, porque Dios Hijo es UNO con el Creador… Entonces, Santidad es llegar al Padre para poner por Obra el designio que el Creador ha depositado en el Espíritu de cada Ser.

Y esta Verdad solo Cristo la despierta. Porque Cristo es la Verdad y la Vida. Y la Verdad nos hará Libres porque sabremos quienes somos en Espíritu,  y cuál es la Obra que el Padre nos ha designado desde el Principio.  Si la Vida Espiritual no sirve para estos propósitos….entonces no sirve para nada.

Esa santidad no la dirimen los Hombres. Tal santidad la define solamente Cristo, y la Sella solo el Espíritu Santo, y conduce solamente al Padre.

La santidad es potestad de Dios… No de los Hombres.

Nuestro deber es llegar por Espíritu y Espiritualidad lo más cerca del Creador teniendo por Dios Conductor y Salvador al Cristo Vivo.

Eso lo puede hacer toda persona  desde la Fe, y no necesita que instituciones o líderes del Mundo le griten cada sábado desde los púlpitos o señalen cómo debe hacer lo ‘correcto’ según sus propias interpretaciones.  O se nos enseña la Coherencia para con  los Evangelios, o se es maestro de perdición.

O la Comunidad o Congregación es un CUERPO para Santidad y aprendizaje de santidad…o tampoco sirve y es un ente inútil.

Y el sacerdocio: o es un Camino de Consagración para llegar a la santidad…o es apostasía y remedo de sacerdocio.

En estos Tiempos confusos, y de acelerados sucesos, de crisis y de juicios, de cambios y de culminaciones…de Tribulación… la única salida para aquel que es malo,  es ser decididamente Malo. Y nuestro camino no es escondernos en sectas grandes o pequeñas, o en guerras sectarias, sino abrirnos a LA PERSONA para que sean éstas, LAS PERSONAS, quienes ya no postulen a la bondad propia, sino que ahora caminen firmes hacia LA SANTIDAD que Cristo propone.

Así se cumple: ‘y en esos Días el malo será declaradamente Malo, y el bueno… será santo’.

 

– Ediciones El Gran Fundamento –

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