Libertad y tiranía de los Valores

Los Valores son tales por constituir una Opción adquirida por Conciencia y en coherencia con una visión de vida. El Valor de la Fe y todo lo que de éste se desprende no puede imponerse cuan legislación mundana o secular, pues tal intención equivaldría a imponer una tiranía de los valores que denigra y hace caer el sentido espiritual y trascendente del Valor en Sí-

Haciendo uso pleno de la Libertad de Conciencia, hemos optado por una vida cuyo centro vital es el Espíritu, lo espiritual, nuestra Relación Espiritual con Dios.

Hemos hallado en la coherencia con los Evangelios un Plan de vida que nos abre puertas a la Sabiduría, la Paz y las Virtudes.

Y en este libre andar nos hemos Encontrado con el Cristo Vivo que nos entrega certezas de Resurrección, de Vida y de Pertenencia al Reino de los Cielos.

Esa es nuestra vicisitud, y en congruencia con aquello es que ejercemos un sacerdocio de Carismas y Consagración que no nos exime de los deberes laborales, familiares y matrimoniales. La maternidad y paternidad en el ejercicio de nuestro sacerdocio es un punto clave y trascendente.

Hemos asumido que Dios nos entrega libertad, y nos da discernimiento, justamente para Optar. En modo que ningún Hombre pueda alegar desconocimiento, imposibilidad o ignorancia.

Es nuestro deber mostrar al mundo a Cristo cuan Dios Vivo que se nos ofrece como Conductor, Salvador y Sumo Sacerdote Celestial;  y enseñar los Evangelios como plataforma para asentar nuestros propósitos más altos y espirituales. Es nuestro deber aclarar el rol y calidad del Espíritu Santo pues de otro modo el Hombre de fe queda prisionero de interpretaciones y pastoreo que al final no fomenta la Conciencia de Dios sino que va conformando lealtades humanas que no trascienden. Y es deber de nuestro sacerdocio poner en el horizonte de todo Ser de Fe su Unidad con el Padre Creador.

Es decir, es nuestro deber ejercer la Libertad que nos concede Dios y que es reconocida por la legislación democrática del Hombre.

En este contexto reconocemos que en uso de esa misma libertad otros no crean en Dios, no piensen en la trascendencia espiritual y opten por un modo de vida que incluso es contrario a todo designio divino.

Nosotros hablamos a los Creyentes, a quienes de algún modo se ligan a la fe, y practican cultos, ritos o costumbres religiosas; y sobre todo y en especial nos dirigimos a quienes tienen a Cristo como a su Salvador y divinidad. No tratamos de convencer incrédulos ni agnósticos y menos a quienes aborrecen de Dios. Y no intentamos ‘rescatar’ a  quién nada quiere con Dios y se mofa de Cristo…precisamente  por respeto por esa libertad que les ha conducido a tal opción, y también por respeto a nuestra libertad para no agotarnos con el receloso…pues mucho hemos de hacer y hemos de dedicar a quienes en su fe requieren llegar a una Relación Personal con el Cristo Vivo.

En este sentido es que nosotros no consideramos sabio, ni justo, ni correcto  imponer Valores basados en la fe a personas que carecen de dicha fe. Por ejemplo, cuando las iglesias se alzan y mueven para impedir que existan legislaciones que tomen en consideración realidades globales de la sociedad – y que nos atañen también  a las personas de Fe, claro, y sobre las cuales tenemos el deber de expresar nuestras posturas – pues en la tentativa de ‘teocrizar’ la legislación, la educación y otros aspectos vitales de una Nación se está denigrando la Fe pues se la rebaja a estatutos y normas mundanas que deben imponerse por encima o sin importar la fe del individuo…y además se está coartando la libertad del no creyente,  y con lo mismo se postula a la dictadura de los Valores.

Para que los Valores sean Coherentes deben aplicarse por Conciencia, por Opción y por Acción congruente.  Sin estas premisas los valores dejan de ser tal, y pasan a convertirse en postulados tiránicos.

Sucede lo mismo con la intolerancia de quienes niegan los Valores de la Fe e intentan imponer a toda la sociedad sus proposiciones de ‘derechos’. Porque hemos asistido, por ejemplo, que en la comunidad homosexual priman los ataques a las iglesias cada vez que éstas se pronuncian en forma disidente con respecto a sus pretensiones y objetivos. Cuando por actos y manifestaciones, palabras y ataques se quiere defender un ‘derecho’ imponiendo a la sociedad sus costumbres y modos de vida…eso resulta tan nefasto como las argumentaciones sectarias y miopes que acusan al homosexual de ‘enfermo’ y digno de atar por demencia. Tales extremos son ambos el cara y sello de manifestaciones de corte autocráticas.

Nosotros nos dirigimos al Creyente, y en virtud de la Fe que Cristo nos  insta, no podemos aceptar la práctica homosexual, y afirmamos que la familia la constituye un varón y una mujer y que los hijos deben contar siempre y en todo caso con padre y madre presentes y en plena mayordomía.

No juzgamos al homosexual. No le consideramos un enfermo o algo parecido. Respetamos sus opciones y sobre todo consideramos que en uso de la Libertad que todos poseemos éste Ser debe hacerse responsable por sus elecciones de vida.

Creemos que los Legisladores deben legislar para TODOS, y en ese ‘TODOS’ estamos nosotros y el mundo de Fe, pero también los sin Fe y quienes se sienten minoría en la sociedad.

Consideramos imprescindible profundizar la existencia de la homosexualidad desde el nacimiento. Pues hay quienes se hacen homosexuales por propia opción, sin haber nacido tales; y los hay quienes fueron hechos así por los mismos Hombres y por el tipo de vida que otros le provocaron. Pero los nacidos homosexuales ameritan un estudio y una dedicación del todo especial y particular.

Pero en este caso como en otros: lo fundamental es el respeto por LAS PERSONAS.

En el caso del aborto no creemos que pueda tratarse del mismo modo: el aborto es un crimen, y la muerte de un Ser no es asunto de Fe sino de derecho Fundamental  y de correcta aplicación de la ley. Toda provocación de muerte, todo asesinato, es un crimen. Las guerras lo son. Matar en una guerra es matar. No matarás es un mandamiento transversal y sin segundas interpretaciones.

Aceptamos la excepción del feto descerebrado o con imposibilidad de vida fuera del útero materno. Aceptamos la excepción de real y comprobado caso de evidente peligro para la vida de la madre. Porque en estas excepciones seguimos privilegiando la Vida y asegurando la estabilidad de la familia.

Hemos querido reiterar estas posturas nuestras debido a que bajo el nuevo gobierno que inicia en marzo de este 2014, se abordarán los así llamados ‘temas valóricos’, y  nosotros, cuan Entidad bajo la Ley de Culto, de alguna forma somos y seremos parte de este debate…el que en su día se hará acérrimo y acalorado, y aún en la serenidad de la distancia queremos dejar bien asentada nuestra línea que puede merecer observaciones y criticas de instituciones hermanas, pero que, según nuestros postulados, se apegan en coherencia a nuestra concepción de Fe por Conciencia y en uso pleno de la Libertad concedida por Dios.

-Ediciones El Gran Fundamento-

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