Nuestra posición ante temas actuales

-a propósito de aspectos que nos interesan,  colocados en la palestra durante las campañas por las elecciones políticas de este 17 de noviembre en Chile –

(ley de Culto; aborto; matrimonio; homosexuales)

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Chile enfrenta elecciones importantes. Sabemos y asumimos que entramos en un tiempo de cambios, de reformas y nuevos terrenos de desarrollo. Nos alegramos de estos avances necesarios porque avisan que estamos en franco progreso.

Temas como la profundización de la Ley de Culto nos atañe y nos involucra, y lamentamos de verdad que ocho de los nueve candidatos a la presidencia no se hayan pronunciado sobre la letra y el fondo de un contenido sumamente importante para un segmento no menor de la población.

Confiamos y esperamos que el proyecto de los Obispos de las Entidades Religiosas bajo la actual Ley de Culto vea su puesta en marcha mediante una sólida Ley de Libertad Religiosa que sin duda hace bien a la democracia.

Y es coherente con el sentido democrático aceptar que en un Estado de Derecho los legisladores deben legislar para todos, y la Presidencia debe gobernar para todos. Y asumimos que no todos en Chile somos personas creyentes, y que no todos los creyentes son coherentes con su fe en asuntos de Valores. Por lo mismo es que no consideramos justo imponer ‘dictaduras de valores’ a toda una población heterogénea y diversa.

La fe y la coherencia no pueden imponerse por decreto. Pero para quienes se proclaman cristianos, o nos calificamos cuan seres Crísticos, consagrados a Cristo, seguidores de los Evangelios, creyentes en Cristo, …etc. tenemos el derecho y el deber moral de establecer con meridiana claridad nuestra posición antes dos temas fundamentales: el aborto, y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El aborto es el asesinato de un ser humano en gestación. Y para evitar o mermar este crimen abominable en contra del inocente es imprescindible una adecuada, masiva y sistemática Educación de valores humanos y de sexualidad responsable que con seriedad académica abarque la formación del infante hasta su adolescencia. Y es urgente que el Estado modernice sus políticas de Salud Pública con miras a una atención especial para las madres jóvenes y mujeres solteras; y se agilice la práctica legal de la Adopción, sobre todo en caso de embarazos no deseados o producto de violación en las cuales las madres deciden… o no pueden criar sus hijos-as. Y se fije por ley un sostén económico mediante pensión alimenticia y de educación para aquellas criaturas nacidas en condiciones de pobreza o bajo circunstancias ‘no deseadas’. Sin políticas de Educación, de Adopción y de Protección es inconsecuente plantear un seco ‘no al aborto’. Precisamente la firme voluntad de evitar el aborto debe comprometer las políticas públicas en salud, sostén económico  y educación.

Aquello que malamente llaman ‘aborto terapéutico’ (que ya es una contradicción pues ‘aborto’ es muerte, y Terapia es la forma de mejorar un mal) y en verdad es ‘interrupción del embarazo’: es viable – y no lo consideramos un  atentado a la fe y su coherencia- en caso de real y comprobado peligro de muerte de la madre, o lo que se conoce como ‘inviabilidad fetal’, es decir: un ser descerebrado o imposibilitado de desarrollar vida normal. Y en todo caso, siempre, con consenso de la madre y con toda la mayor información posible expuesta ante los padres.

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En este punto tenemos diferencias con hermanos cristianos que se oponen al aborto a secas, e incluso son acérrimos opositores de cualquier viso de  educación sexual, y no contemplan políticas de protección a las madres solteras o niñas violadas. Creemos que para oponerse al mal es necesario plantear acciones de Bien que coarten la ‘solución’ maligna que parece ser la única salida a una situación de vida. La vida se protege con acciones de Bien, con políticas que desechen la salida nociva y perversa. No basta decir ‘sí a la vida’: se debe ofrecer caminos y leyes para que la vida prevalezca. De otro modo la ortodoxia resulta contraria a los propósitos que se proclaman. Y en cuanto a la intervención cuando el ser en gestación posee escazas o nula proyección de una vida de calidad y de normal desarrollo: obviamente la medicina está en grado de establecer tales casos, y no se trata de ‘matar’ a todo el que se considere ‘raro’ o ‘diverso’. Y la ética de nuestros legisladores sabrán distinguir tales  conclusiones, y nosotros estamos atentos ante esta excepción justamente para evitar abusos que conlleven a crímenes encubierto. Tal es el rol de las Entidades Religiosas con voz legal y reconocimiento público.

 Pensemos solamente que muchos de estos casos de imposibilidad de desarrollo cerebral se deben a causas humanas: drogadicción de la madre, por ejemplo; desinformación de los padres sobre sus perfiles genéticos (lo que nos lleva a la necesidad de imponer el debido examen del perfil genético de los padres justamente para prever efectos en los hijos), o contaminación del medio ambiente (por metales pesados, por radioactividad, por alimentos con pesticidas, etc). Por lo mismo este aspecto debe ser abordado en general: con políticas preventivas, con una ficha obligatoria de perfil de adn, con soluciones medio ambientales, con educación alimentaria, con regulación ambiental rigurosa de la minería pesada y control de los pesticidas en la agricultura.

Entendemos que no basta decir ‘sí’ o ‘no’; es fundamental hacer diagnósticos profundos causales, y aplicar políticas que eliminen o disminuyan el fondo de los asuntos, y luego entonces aplicamos el ‘sí’ o  ’no’. De otro modo somos irresponsables y estamos intentando imponer la tiranía de los valores que luego es la dictadura de la insensatez. Y la Fe sin sabiduría es una creencia vacía y sin humanidad.

En cuanto al matrimonio: no hay duda alguna para nosotros. La unión matrimonial es ley natural y disposición de Dios para la unión de un varón y de una mujer. Y de esta unión en matrimonio nacen hijos e hijas que constituyen la familia.

Cualquiera otra unión sexual, de interés, o de amor humano es respetable, y es opción de cada persona. Pero ‘matrimonio’ es uno solo. Y familia no es la agrupación humana ligada por cariño, dependencias o necesidades, o incluso amor entendido a propio modo y manera (odio, litigios, celos, violencia, desquicios). Familia es un ligamen de sangre que debe basar su unidad en el amor de Bien, en el respeto por la diversidad de sus componentes y en la aceptación de las opciones de cada uno. Y para nosotros es vital que la familia sea el centro de nuestra práctica de Fe en coherencia y con verdad manifiesta.

‘Sentirse familia’ o ‘crear familia’ es una opción: hasta las pandillas se sienten y proclaman ‘familia’; incluso una familia constituida por lazos sanguíneos puede desbaratarse o desmembrarse por falta de amor sano e intento de tiranías que al final atomizan al núcleo. El desamor y la violencia rompen más familias de aquellas que se mantienen unidas en la libertad del verdadero amor y el respeto por la diversidad.

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Que dos varones o dos mujeres conformen pareja y convivan y quieran tener derechos…es parte de una realidad que existe pero que no debe conducirnos a caer en el dominio tiránico del derecho minoritario. Conceder derechos no puede significar imponer derechos. Y es nuestro derecho creer y sostener que el matrimonio es y debe ser entre varón y mujer. Y que la legislación sí  debe conceder derechos a quienes conviven en pareja siendo del mismo sexo. Pero debe mantenerse la ley actual que decreta que ‘Matrimonio es entre varón y mujer’. Y así debe establecerse en la Constitución.

Nos oponemos con fuerza a que los hijos tengan por padres a dos personas del mismo sexo, y que se instituya la familia como una piña de personas a como sea y a como dè lugar… y eso sea ‘familia’. Eso no es admisible.  Y sería abominable, aberrante y desquiciada una ley que aceptara la adopción de infantes por parte de parejas del mismo sexo.

Junto con esto, consideramos fundamental el perfeccionamiento de la ley antidiscriminación y que en el código penal se castigue con mayor severidad tanto el abuso de mujeres y menores, como el abuso y persecución de personas homosexuales.

Abogamos por una Ley de Género, no en el sentido que hoy se plantea, sino ante una evidencia no enfrentada, y que nos lo revela Cristo: ‘que hay eunucos hechos por los Hombres, y los hay quienes nacen y se hacen tales desde el vientre de la madre…Y los hay que se hacen a sí mismo para Gracia de Dios’

Hay personas nacidas, no hechas por abuso o degeneración de otros, no de propia opción, sino inocentes de toda intención… simplemente nacen bajo tal condición. Y la ciencia ha llegado a identificar el gen del adn que podría provocar esta condición; en donde el ser en su gestación embrionaria cambia de sexo y su desarrollo físico no. Y Cristo nos dice que  hay quienes nacen…y para eso hay, según nos enseña, una Gracia que Dios concede y que cumple propósitos trascendentes en la persona. El punto entonces es, como en todo, la Fe: porque si aquel nacido en este ‘tercer género’ es persona de fe sin duda hallará la Gracia de Dios. ‘Hacerse a sí mismo’ es precisamente la opción de castidad suprema que impele la Fe Viva en quién nace bajo esta particularidad.

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La ley del Hombre debe resguardar el derecho de todos los nacidos en este ‘tercer sexo’. En este sentido es que creemos que se debe avanzar en el reconocimiento como ‘tercer sexo’ de quienes han nacido en condiciones que hoy podemos entender bajo que proceso natural  se generan;  y bajo la Fe en Cristo podemos asumir que también para ellos y ellas hay un Plan de Gracia que los eleva. Nacer homosexual significa ‘hacerse a sí mismo’ para y por la Gracia de Dios, Y eso, en la enseñanza de Cristo, descarta en absoluto la práctica homosexual, y conlleva a la castidad no como castigo, sino como Camino de Santidad.

No hay seriedad -y si parafernalia y banalidad- en las bacanales y festividades gay y similares. Es una arena  que rebaja al ser humano y coloca al homosexual como un ‘mono circense’ sin dignidad ni personalidad. Y ser homosexual no debe significar ser un snob exhibicionista incapaz de asumir lo suyo con amor propio.

Las prácticas homosexuales, sin ser necesariamente la persona homosexual, son una moda de perversión que nada tiene que hacer con la existencia de seres nacidos homosexuales. Toda práctica homosexual es una aberración…  que de ser practicada por alguien de Fe sería y es una fuerte caída espiritual y una degradación moral que viola la propia conciencia.

Cuando se establece que estos temas no pueden zanjarse a priori, sino que deben ser motivo de discusión abierta y plural…no podemos estar más de acuerdo. Nos ha parecido un sesgo dictatorial el que en otros países estos asuntos simplemente se resolvieran por decretos analizados en los parlamentos y con escaza información y nula discusión entre la gente. Por ejemplo la atroz y criminal ley de aborto en España. O el matrimonio  entre personas del mismo sexo zanjado en forma express en países de nuestro continente. Leyes con cero debate ciudadano y sin tomar en consideración posturas que temporalmente quedaron en minoría al momento de una rápida votación política. Eso no lo queremos para Chile: estamos por un largo, amplio y profundo debate que nos lleve a concluir en leyes democráticas que resguarden derechos de TODOS.

E insistimos: la futura Ley de Libertad Religiosa, que supere, mejore y reglamente de mejor modo y con mayor precisión la actual Ley de Culto, es un punto muy importante para todas las Entidades actualmente bajo Personalidad Jurídica. Y un segmento sustancial de esta Ley que debemos sostener todas las Entidades toca a la Educación de la clase de Religión en las Escuelas. Se debe democratizar esta clase de religión para que se convierta en una verdadera enseñanza plural que permita al joven seleccionar con conocimiento, información y conciencia… Y optar por su Fe, o por no tenerla;  por una religión, o por ninguna. Pero siempre con base clara sobre la visión de vida y de fe que sostienen las varias vertientes religiosas; y no que el joven siga recibiendo una sola línea eclesiástica que finalmente coarta y niega el Derecho a elegir con información y formación. Y la Calidad en la Educación pasa también por este tópico para nosotros esencial. Obviamente no asociamos laicidad plena y absoluta con única democracia en la educación: creemos justo lo contrario, en la ‘democratización de la enseñanza sobre la religión y las religiones’. No tememos a la pluralidad de cultos y creencias. Porque sabemos con certeza que la Doctrina de Salvación de Nuestro Cristo Dios es magnánima y por mucho El Camino a la Liberación del Hombre.

 

-Ediciones El Gran Fundamento-

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